España

Pendientes de dibujar para los helicópteros la mejor V de votar

  • La 'hora D', a las 17:14, marca el apogeo de los gritos de "independencia"

Uno de los símbolos del independentismo catalán es la caída de Barcelona el 11 de septiembre de 1714, de la que ayer se celebraba el 300 aniversario. Por eso, las 17:14 era la hora clave en todas las manifestaciones soberanistas. Una hora antes de la hora D, el cruce entre la Diagonal, uno de los carriles de la V humana, con Paseo de Gracia, estaba casi lleno. Es uno de los puntos neurálgicos de Barcelona. Jordi Sala, un técnico de comercio exterior llegado desde Hospitalet de Llobregat, sostenía una pancarta que miraba al cielo, pendiente de los helicópteros. Como toda la manifestación. Lo importante es lo que se graba desde arriba, para mostrar "una unión pacífica que quiere decidir", explicaba Sala. Pedía que "la ley esté al servicio del pueblo" e insistía: "de todos los pueblos, no estamos en contra de nadie".

El vértice de la V se situaba en la Plaza de las Glorias Catalanas. A media hora del momento álgido, Josep y Jesús Gorgori, dos hermanos de Barcelona, seguían las indicaciones de los voluntarios de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) para llegar hasta la Gran Vía, la segunda pata de la representación. Venían a "hacer bulto", el primero independentista convencido, el otro con sus dudas. "Pero de entrada, vengo", aclaraba Jesús, que después profundizaba en que no apoya ni el discurso de la Generalitat, ni el del gobierno de España.

Todos los manifestantes consultados coincidían en que la convocatoria fue un éxito. La Guardia Urbana cifraba en 1,8 millones los asistentes a la protesta, que fue pacífica y se desarrolló en un ambiente festivo. El momento más difícil fue el de las 17:14, cuando los manifestantes, ataviados con camisetas rojas o amarillas, tenían que situarse en el lugar correspondiente a su color para que a la hora D se viera desde los helicópteros -contaban hasta tres- las nueve barras de la senyera formando la V de votar.

"La mayoría de la gente se apunta por internet para estar en un tramo y asegurar que no queden huecos", explicó Georgina Casadesus, voluntaria de la ANC. Esta estudiante de turismo de 23 años cree que había acudido más gente de la esperada y se mostró satisfecha con la organización. A pesar de que es la tercera Diada en la que participa, ésta era la más complicada por la organización de las nueve filas que formaban la bandera catalana. A sólo unos metros, otra voluntaria explicaba cómo debían organizarse las columnas, para que no acabaran formando "una bandera que no es la nuestra", en referencia a la española.

En el minuto 14, los aplausos y los gritos de "independencia", eran ensordecedores. Les siguieron otros menos aclamados como "español el que no bote". Entre las sonrisas, destacaban los selfies con la estelada -la bandera independentista- y los paquistaníes intentaban sacar tajada con la venta ambulante de banderas. Desde algunos balcones, los vecinos tiraban agua y cuando el helicóptero que surcaba el cielo era el de TV3, los aplausos eran una reacción en cadena.

La mayoría de los asistentes eran catalanes, pero no faltaban entre ellos descendientes de andaluces. Como Pere y Matilde, un matrimonio de jubilados que no quiso revelar sus apellidos, cuyos padres emigraron desde Almería a finales de la década de 1920. Venían desde Sant Fost de Campsentelles a "pedir la independencia" y a recordar al Govern que este movimiento "no viene de Artur Mas hacia abajo, sino desde abajo hasta Artur Mas".

Poco después de las 18:00 las franjas de la V se desvanecían, pero la gente seguía festejando la Diada. En la entrada a los ferrocarriles de Plaza Cataluña, una joven animaba la cola para entrar enseñando una foto aérea de la concentración donde se percibían a la perfección las franjas de la Senyera. "Parece que lo hemos hecho bien", decía avanzando hacia el andén. Barcelona volvía poco a poco a la normalidad.

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