Casa Real

La Reina cumple 75 años

  • Discreta y profesional, la primera embajadora de la solidaridad española se ha ganado la confianza del pueblo manteniendo un perfil bajo y casi inmaculado.

Hoy cumple 75 años, más de la mitad (38) como Reina consorte de España, donde doña Sofía se ha ganado con su buen pulso -más con los duros reveses que soporta estoica en los últimos tiempos- el reconocimiento del pueblo, que no le regatea reconocimiento a una profesionalidad en el desempeño de sus tareas que con los años se ha ido robusteciendo hasta lo insoportable. "No somos Reyes de ocho a tres", ironizó alguna vez.

Nunca ajena a los dramas cotidianos ni a desastres naturales o humanitarios, ha visitado 34 países en 17 años en viajes de cooperación. Mozambique, el pasado abril, cierra por ahora la lista. La solidaridad y la empatía con los más desfavorecidos es su gran divisa, impulsando un sinfín de iniciativas educativas, sociales, sanitarias y humanitarias desde la Fundación Reina Sofía a lo largo de los últimos 20 años.

Viajando se curan muchos males, como el nacionalismo primario sin ir más lejos, y la pequeña Sofía -para ser exactos Sofía Margarita Victoria Federica-, primogénita del rey Pablo I y de la reina Federica, sólo había apagado una vez las velas de su tarta de cumpleaños del 2 de noviembre cuando las hordas fascistas de Benito Mussolini invadían Grecia, su tierra natal. Su hermano Constantino fue el último rey del país heleno, hasta que la Monarquía fue abolida en referéndum. Es curioso que la primera visita oficial de los Reyes a Grecia se hiciera de rogar 23 años, en 1998, desde que don Juan Carlos accediera al trono. Era de dominio público la pésima relación entre la reina Federica y el ex presidente Constantin Caramanlis, promotor del referéndum que acabó con la Monarquía en 1974, lo que impidió el regreso del rey Constatino del exilio tras la caída de la dictadura de los coroneles (1967-74)

En la primavera de 1941 tuvo que escapar de su país con el resto de la Familia Real helena y pasó cinco años en el exilio estrenándose como la consumada trotamundos que ha sido y es, con primeras escalas en Creta, Alejandría, El Cairo y Ciudad del Cabo, hasta que pudo volver a su país al acabar la II Guerra Mundial.

Vegetariana y activa defensora de los animales. Su formación en Alemania comulga muy bien con su carácter, reservado y nada propenso a romper el férreo guión que le impone su condición de Reina de España. Estudió durante cuatro años (1951-55) en el internado de Salem para que ampliara su dominio de lenguas extranjeras. Con éxito: habla cinco idiomas (alemán, inglés francés, griego y español). A los 18 años regresó a su país y trabajó dos años como enfermera en un orfanato ateniense al tiempo que estudiaba Bellas Artes y Arqueología.

Mujer con carácter, es raro que suelte la sonrisa de la cara y siempre asumió sin traumatismos su papel secundario a la sombra del Rey. Se conocieron en un crucero por las islas griegas en 1954, aunque el noviazgo tuvo que esperar seis años. Coincidieron en una fiesta de los duques de Wüttemberg en Sttutgart y meses más tarde, en 1960, en la boda de los duques de Kent, en Londres, donde los hagiógrafos de la Monarquía sitúan el principio del viejo idilio. Lustros después, esta perfecta desconocida en España cuando se casó con don Juan Carlos en 1962 se ha hecho con el cariño de un pueblo que la tiene por eficaz y sabe valorar su discreción ante episodios enojosos como el de la princesa Corina, que se titula como "entrañable amiga" del Rey.

Doña Sofía se proclama "española cien por cien", no en vano ha pasado en este país más dos tercios de su vida. Su instinto solidario se ha visualizado en su constante quehacer en la lucha contra drogadicción, el bienestar de los discapacitados o las enfermedades neurodegerativas, que ha alumbrado el Proyecto Alzhéimer.

En cualquier caso, es uno de los miembros mejor valorados de la Familia Real en los sondeos, con el Príncipe de Asturias. Según el barómetro del Instituto Elcano, la marca España la representa la Monarquía mejor que nadie, pero el Heredero de la Corona y su madre ofrecen más garantías. Y es que ella nunca tuvo que pedir perdón. Su trayectoria no tiene manchas y siempre se ha distinguido por un exquisito saber estar ante la adversidad. Además de sentirse útil a España, la familia es otra de sus grandes pasiones, aunque reunirla al completo se complica por momentos y las instantáneas veraniegas con sus ocho nietos en el Palacio de Marivent se están haciendo imposibles. Las desavenencias ha irrumpido implacablemente en palacio con incidencias como la cacería en Botsuana o el caso Nóos, que ha dejado fuera de la foto de la Familia Real a los duques de Palma. La Reina muestra mayor compresión que otros miembros de la familia con la conducta poco ejemplar de Iñaki Urdangarín, un torbellino que también se está llevando por delante la imagen de la infanta Crisitina, imputada y desimputada y veremos. Doña Sofía visitó a los duques de Palma durante su exilio en Washington y más recientemente, fue la primera en visitarlos en Ginebra (su segundo exilio dorado) el pasado 29 de noviembre, con motivo del 14 cumpleaños de su nieto Juan Valentín. Mientras ella viajaba a Suiza, el Rey se recuperaba en el Hospital Universitario Quirón de Madrid de su última operación de cadera. Pero esa ausencia es sólo un detalle, una anécdota sin categoría. porque si algo han proyectado las últimas hospitalizaciones de don Juan Carlos ha sido una imagen de unidad con un carrusel incesante de idas y venidas del hospital a palacio y de palacio al hospital, que se reforzó con la presencia de doña Cristina, sin su marido, y, sobre todo, con ese cariñoso beso que le dio al Rey en la mejilla en la escalinata del Palacio de La Zarzuela saltándose el regio protocolo en la recepción a los Reyes de Holanda, Guillermo y Máxima, el pasado 18 de septiembre.

Apasionada por la cultura, la música y el deporte -fue suplente del equipo griego de vela en los Juegos Olímpicos de 1960-, una de sus escasas polémicas con papel protagonista llegó con el libro de Pilar Urbano La Reina muy de cerca, en el que se mostraba contraria al matrimonio homosexual, el aborto y la eutanasia y a favor de las clases de religión en la enseñanza pública, con lo que se ganó acusaciones de falta al principio de neutralidad de la Corona, garantía de estabilidad para muchos.

Ella tiene muy clara su vocación de servicio. "Si con mi presencia puedo contribuir, bendita sea". Palabra de la reina de la discreción.

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