Feijóo ha decidido no presentar su candidatura porque, finalmente, ganó la batalla su compromiso con los gallegos, aunque seguro que hubo también razones personales y políticas que sopesó el presidente dela Xunta.

Seis candidatos dan el paso al frente aunque todos los ojos se centran en las dos mujeres más poderosas del centroderecha: la secretaria general del PP y la ex vicepresidenta del Gobierno. Sin que se pueda perder de vista a Pablo Casado, que integra la más brillante hornada de jóvenes del PP y es capaz de dar la sorpresa. Las primarias, como saben bien los socialistas, las carga el diablo. Por eso hay que estar atentos a un Casado, que conoce muy bien los resortes que se deben utilizar en las campañas para movilizar a su favor a los votantes.

De cómo se plantee la campaña por la Presidencia del PP dependerá que el partido salga reforzado o que pase unos cuantos años en la oposición, más de los dos que le quedan por delante a Pedro Sánchez si puede lograr su objetivo de completar la legislatura. Sáenz de Santamaría reconoció implícitamente la rivalidad con Cospedal cuando dijo que "somos compañeros y el amor a España y al partido pesa por encima de todas las cosas". Mientras, Cospedal lanza otro mensaje, que sabe " ganar elecciones". Efectivamente ganó dos en La Mancha mientras que la ex vicepresidenta sólo ha sido candidata al Congreso. Sin embargo, pese a que las palabras de una y otra se han interpretado malévolamente porque es de dominio público que sus relaciones son muy malas, también han abogado por campañas constructivas.

Seguro que harán el esfuerzo porque es mucho lo que se juegan: que el PP vuelva a ser partido de Gobierno. No lo tienen fácil porque el revulsivo por la moción de censura y la retirada de Rajoy han conmocionado a dirigentes, militantes y votantes. Si las primarias no sirven para potenciar el partido y darle un aire nuevo, el PP habrá recibido una estocada mortal de necesidad.