España

Los dos dolores de Rajoy

  • Aznar y Mayor Oreja provocan quebraderos de cabeza casi a diario a Rajoy. El ex presidente del Gobierno y su ex ministro del Interior tienen su público y ante el primero, el líder del partido calla; al segundo, lo desmiente.

AZNAR y Mayor Oreja. Mariano Rajoy apenas se inmuta ante cuestiones relacionadas con la política, sobre todo cuando se trata de cuestiones relacionadas con la política interna de su partido, lo que le afecta son los asuntos personales, tanto los propios como los ajenos, ahí se involucra intensamente. Pero el rifirrafe político le interesa poco.

Esa postura le ha ido bien a veces, otras no tanto. Por ejemplo, al dejar que se pudriera la situación en Asturias, ahora no sólo se ha producido una escisión en el PP sino que el supuesto vencedor d la batalla, Gabino de Lorenzo, mantiene una más que tensas relaciones con la candidata Pérez Espinosa, que también ha plantado cara al todopoderoso alcalde de Oviedo, no se sabe cómo acabará el PP en Asturias tras el 22-M. O por ejemplo, tampoco han salido bien las cosas en Valencia: el tancredismo de Rajoy ha dado un respiro a Camps, pero no hay día en el que el nacional no sea acusado de defender a imputados.

A mes y medio de las elecciones autonómicas y municipales y a un año escaso de las generales -si no se adelantan- Rajoy se encuentra con que dos dirigentes de su partido provocan casi diarios quebraderos de cabeza. Aznar y Mayor Oreja no comparten la doctrina oficial del PP sobre asuntos de política internacional uno y antiterrorista el otro, pero mientras Rajoy ha dicho -primero en privado y después en público- que no comparte la idea de Mayor Oreja respecto a las negociaciones del Gobierno con ETA, se mantiene en silencio respecto al ex presidente del Gobierno y ex presidente de honor del PP. "Aznar se equivoca con frecuencia -comenta un colaborador de Rajoy- , pero tiene tanto derecho como el que más a expresar sus opiniones. A muchos les ha parecido mal que fuera de España, en la Universidad de Columbia, dijera que no somos un país solvente y difícilmente podremos pagar la deuda, en tiempos de crisis no se deben poner chinitas en el camino sino arrimar el hombro, y más aún un ex presidente del Gobierno. Pero aun así, tiene derecho a decir lo que piensa". "Por otra parte -añade- si es dudoso que haya acertado al referirse a nuestras dificultades económicas en un foro de tanto prestigio y relevancia, acierta cuando denuncia la inconsistencia de algunos aspectos de la política internacional, cuando saca a la luz sus contradicciones y, por qué no decirlo, sus hipocresías".

No ha dicho ninguna barbaridad al calificar a Gadafi como el "extravagante amigo de Europa". A la mayoría de los dirigentes europeos de los últimos quince años les ha faltado tiempo para bailar el agua al extravagante amigo que, una vez superado el atentado de Lockerbie y una vez "perdonado" por Estados Unidos, se convirtió en oscuro objeto de deseo de quienes veían el petróleo libio como salvación de muchos males. No sólo Aznar se fotografió con Gadafi en Trípoli, también Felipe González se reunió con el líder libio, y lo hizo Zapatero hace escasamente un año. Y no sólo una ministra francesa se dejó invitar por Gadafi para disfrutar de unas plácidas vacaciones en Libia. Más vale a multitud de políticos europeos que preparen excusas para cuando lleguen datos concretos a determinados medios de comunicación. Gadafi podría provocar varias crisis de gobierno si diera cuenta de las invitaciones que cursó y que fueron aceptadas."

Seguramente el PP cuenta con datos concretos en ese terreno, por tanto es mejor que no se haga excesiva leña con el árbol de Aznar -árbol no caído- no vaya a ser que se filtren noticias que confirmen el grado de "amistad" que mantenía Gadafi con dirigentes nacionales y extranjeros.

En cuanto al papel de Aznar en el PP, es evidente que una vez que recompuso las maltrechas relaciones con Rajoy, y que les llevaron a estar casi dos años sin hablarse más que lo que indicaba la cortesía, ahora que esas relaciones entre ellos son fluidas, Aznar participa más activamente en la vida pública del partido. Acude con naturalidad a los actos del PP, es figura habitual en la campaña electoral y desde hace ya un tiempo Faes trabaja estrechamente con el equipo dirigente de Génova.

Caso aparte es Jaime Mayor Oreja. El portavoz en el Parlamento Europeo es persona querida y respetada por la dirección nacional, pero miembros destacados de esa dirección nacional no ocultan, en privado, que la posición de Mayor Oreja en la que denuncia sistemáticamente que el Gobierno negocia con ETA no solo no la comparten porque no creen que e gobierno negocie en estos momentos aunque sí en el pasado, sino que cuentan abiertamente que esas denuncias no favorecen al PP, que aparece como un partido que denuncia sin pruebas y que además pierde credibilidad ante un ministro del Interior que mantiene una posición que el PP apoya.

Temen además que esa denuncia provoque desconcierto en la militancia porque tanto Rajoy como el responsable de Justicia e Interior del partido reiteran su compromiso con la política de acoso a ETA del ministerio de Interior. Aunque ese compromiso, como es evidente, no incluye callarse ante un caso que consideran inadmisible, el chivatazo del bar Faisán.

Aznar y Mayor Oreja tienen su público. Rajoy, ante el primero, calla; al segundo lo desmiente. Aunque Mayor Oreja insiste en su idea y en su denuncia. El PSOE pone el grito en el cielo, pero Rajoy no entra al trapo. "Ha dicho todo lo que tenía que decir, no va a meterse en polémicas que no conducen a nada", sentencia un colaborador que le conoce bien.

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