Elecciones

Pedro Sánchez se estanca tras el resultado de las elecciones, pero salva los muebles

  • El PSOE se deja casi 800.000 votos en la repetición electoral pero puede gobernar con la mayoría de la moción o la abstención del PP

Pedro Sánchez celebra los resultados en Ferraz.

Pedro Sánchez celebra los resultados en Ferraz. / Juanjo Martin

Pedro Sánchez casi ha calcado este 10 de noviembre el resultado del 28 de abril. Con un porcentaje de voto algo inferior, el PSOE ganó ayer las elecciones generales con 120 escaños, tres menos que hace poco más de seis meses. Los socialistas aspiraban a lograr un saco de escaños suficientemente grande para poder negociar desde una posición de fuerza. Por el camino se han dejado casi 800.000 votos, que han ido, sobre todo, a la abstención. El escenario es más complejo que el de la pasada primavera, con Ciudadanos fuera del tablero tras su histórico batacazo.

La mesa de negociaciones para la investidura, obviando la posibilidad de que el PP se abstenga, tendrá multitud de sillas –y de lo más variopintas–, pero lo que no cambia respecto a abril es que es el PSOE quien puede llevar la iniciativa. Con más de siete millones de votos y casi dos millones más que el PP, su inmediato competidos, los socialistas salvan los muebles a pesar de los errores de una campaña más accidentada de lo previsto.

Al filo de la medianoche, Sánchez salió al escenario instalado en la sede federal de la calle Ferraz de Madrid. "Nuestro proyecto político es formar un Gobierno estable”, dijo antes de pedir “responsabilidad y generosidad” a todos los partidos. Sin menciones a ningún partido, aludió a la búsqueda de un Ejecutivo “progresista”.

“Lo vamos a conseguir sí o sí”, auguró tras explicar que llamará a “todos los partidos” antes de vetar a Vox sin aludir a la formación de Santiago Abascal directamente. Los militantes allí agrupados pidieron un acuerdo con “la izquierda” y “con Casado no”.

El resultado del PSOE tiene lecturas distintas en función de con el punto de partida desde donde se realicen las comparaciones. Mirando al resultado del 28 de abril, Sánchez puede respirar, pero las encuestas han colocado al partido del puño y la rosa por encima del 30% de los votos con cierta holgura. El fracaso de las negociaciones ha erosionado la confianza de los votantes en el PSOE.

Una campaña más accidentada de lo habitual

Tampoco está claro si la coincidencia de la precampaña con la exhumación de Francisco Franco, que ha podido activar el voto de la derecha más conservadora. Otro factor que juega en contra del partido que gobierna está en los nubarrones de la desaceleración económica hacia la que, poco a poco, se encamina la Unión Europea.

Hay dudas sobre el efecto que ha tenido el estallido en Cataluña posterior a hacerse pública la sentencia del Tribunal Supremo sobre el procés, con las declaraciones de Sánchez sobre la Fiscalía en la última semana de campaña. El PSC ha perdido un par de puntos porcentuales, pero ha sido capaz de mantener la pugna con Esquerra en Cataluña y repite resultados.

En Andalucía, histórico granero de votos socialistas, la fotografía es casi idéntica, con un diputado más en Huelva, mientras que en Valencia y Galicia se repite el resultado. Los de Baleares, Madrid y Ceuta son tres de los escaños perdidos por el PSOE

Resultados similares, escenario similar. O casi. La suma de la moción de censura es la más probable, pero el equipo negociador de Sánchez tendrá que acercarse a los nacionalistas catalanes y vascos, que afrontan la situación con variaciones. En Cataluña se ha dividido el voto, mientras que en Euskadi salen reforzados tanto PNV como Bildu.

También hay que tener en cuenta el cambio en el equilibrio de fuerzas en la derecha, con Ciudadanos fuera de juego y Vox superando los 50 escaños. La incertidumbre está en cómo responderá el PP a esta nueva situación y si el factor de la extrema derecha ayuda a aglutinar a la izquierda.

La apuesta del equipo de Pedro Sánchez por ensanchar la fuerza del PSOE no ha salido bien, pero los socialistas salvan los muebles. Han pagado un precio de tres escaños y un Congreso más dividido que nunca, pero el presidente del Gobierno en funciones puede maniobrar. Sí parece que se aleja la posibilidad de un ejecutivo monocolor apoyado puntualmente en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo por la pléyade de partidos regionalistas y soberanistas.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios