VETOCRACIA f. s. Se trata de un término acuñado por Francis Fukuyama para definir un agujero de la democracia: la capacidad entre partidos y grupos de presión de bloquear el funcionamiento del sistema en función de sus intereses particulares. Se utiliza, sin demasiada precisión, para la decisión de Ciudadanos de vetar al PSOE dividiendo las elecciones del 28-A en un choque de bloques: derecha versus izquierda. Con el veto de Ciudadanos desaparece el espacio de centro, que es teóricamente la opción que representa a una mayoría de españoles. Sánchez ya ensayó esta clase de vetocracia con su "no es no" a Rajoy, estableciendo que la competición de izquierda y derecha es insoslayable aunque en Europa se hayan materializado más de diez coaliciones transversales. Spain is pain. El efecto práctico no sólo anula el centro sino que incorpora a partidos radicales a los pactos. En la derecha, aunque se denomine Fórmula Andaluza, una alianza que va del centroderecha liberal a la extrema derecha populista de Vox; y en la izquierda, además del populismo filocomunista de P's, presumiblemente habrá grupos independentistas. Una de las dos Españas ha de helarte con su coalición.

INSULTOS m. pl. Expresión con propósito de ofender. O sea, herramienta básica de comunicación en la campaña. No se articula en singular. Los insultos tiene una ventaja sobre los argumentos: son admitidos sin prueba alguna. Hay gente a la que no hace falta insultar, como sostenía el Perich, ya que basta con ponerla bajo los focos. Sin embargo, el insulto es una pasión irresistible. Hay variedad, aunque apenas quedan finos estilistas: desde compulsivos como Casado, palabreros de la escuela guerrista como Mario Jiménez o Girauta, faltones tabernarios como Rufián o Hernando, tuiteros de brocha gorda como Echenique... Hay quien habla de arte del insulto, pero lo que es un arte es no insultar.

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