L Nuevo amago etarra

Otro eslabón vacío en la doble agonía

EL último comunicado de ETA es decepcionante y, como dice el vicepresidente primero del Gobierno, una buena noticia, pero no la que espera la sociedad española, la de la desaparición definitiva de la organización terrorista, que caerá como fruta madura -ese proceso, más allá de sus delirantes baladronadas, sí que es irreversible- mientras la izquierda abertzale ilegalizada se pudre a marchas forzadas aplastada tanto por un calendario implacable -sólo quedan cuatro meses para las elecciones municipales- como por el inmovilismo de la banda, lo que Alfredo Pérez Rubalcaba llama arrogancia.

No se puede esperar nada bueno del que se sabe derrotado y más si se empeña en morir matando, aunque con esta quinta declaración de alto el fuego permanente, la organización terrorista, casi derrotada y no menos moribunda, al menos incumplirá el diabólico oxímoron citado y seguirá una temporada sin aumentar esa siniestra nómina de nueve centenares de víctimas mortales que ha alimentado a lo largo de los últimos cincuenta años, un túnel de terror que abrió matando a una niña en la estación donostiarra de Amara en 1960 y que sigue paralizado desde el 16 de marzo, cuando unos pistoleros asesinaron a un gendarme en un tiroteo al sureste de París, la primera víctima mortal de las fuerzas de seguridad francesas, lo que le faltaba al acoso y derribo de ETA, descabezada en el país vecino hasta seis veces en los dos últimos años.

El cerco policial y judicial al que se ven sometidos la banda y su brazo político se visualiza como en ningún otro lugar en el Parlamento de Vitoria, donde la izquierda abertzale ilegalizada carece de representación desde las elecciones autonómicas de 2009, suerte inversa a la que corrieron formaciones independentistas que condenan la violencia, como Aralar, que multiplicó por cuatro al único diputado que tenía, mientras otra formación soberanista como Eusko Alkartasuna (EA) sólo conservó uno de sus ocho representantes parlamentarios. El caso es que Aralar, EA y formaciones como Alternatiba (escisión de Ezker Batua, la federación vasca de Izquierda Unida) apuestan por aunar fuerzas con esa nueva Batasuna que están vendiendo para que vuelva a las urnas de la mano de su apuesta exclusiva, según dicen, por las vías políticas y democráticas.

Un proceso que arrancó hace algo más de dos años y que germinó en otoño de 2009, con el proyecto Bateragune (todos juntos), la reconstrucción de Batasuna, que llevó de nuevo a la cárcel a su portavoz, Arnaldo Otegi, y a otros siete dirigentes de la izquierda abertzale, para los que el fiscal pide diez años de cárcel por actuar, según el Ministerio Público, al compás de ETA. Tras un proceloso debate en más de 300 asambleas locales, Batasuna dio su timorato paso adelante aunque sin plantar cara a la banda ni referirse siquiera a ella. No obstante, la Declaración de Bruselas -firmada diversas personalidades de la órbita nacionalista: el ex presidente sudafricano Frederick de Klerk, el arzobispo Desmond Tutu, la ex presidenta irlandesa Mary Robinson o el arquitecto del proceso de paz en Irlanda del Norte John Hume, entre otros- dio cobertura el pasado 29 de marzo a la nueva Batasuna al tiempo que reclamaba a ETA un alto el fuego permanente y supervisado internacionalmente. La organización terrorista, que se ha venido pronunciando hasta en ocho ocasiones a a lo largo de los últimos doce meses, anunció el pasado mes de septiembre un cese de las "acciones armadas ofensivas", antesala de la declaración difundida ayer, que se hace eco de la llamada Declaración de Guernica, en la que Batasuna -esto sí que no tiene precedentes- y el resto del polo soberanista habían conminado a los terroristas a declarar un alto el fuego permanente, verificable y unilateral, exigencia esta tercera que no ha satisfecho ETA en su comunicado difundido ayer, lo que coloca la pelota en el tejado del Gobierno, al que emplaza con su proverbial desfachatez a a negociar con la vista puesta en el derecho de autodeterminación y puntualizando torvamente que no cejará en su "esfuerzo y lucha por impulsar y llevar a término el proceso democrático en Euskal Herria". Blanco y en botella: la organización terrorista mantiene intactas sus viejas pretensiones y sigue erigiéndose en padrino de un proceso en el que acabará siendo -para variar- el muerto, aunque su camino hacia la extinción no ha hecho más que empezar.

El ponderado ministro Jáuregui dice que este comunicado etarra insinúa un tiempo distinto y que rezuma tacticismo, al tiempo que se hace las mismas preguntas que usted: ¿Alto el fuego permanente, hasta cuándo? ¿Alto el fuego general es renunciar a la extorsión? ¿Verificación internacional de qué? ¿Están comprando armas? ¿Siguen recopilando información de objetivos? ¿Y por qué dice la izquierda abertzale que ETA ha dado un paso valiente? ¿Los pinchaúvas éstos pidiendo altura de miras a los españoles? La respuesta está en el incombustible binomio: cara dura, mandíbula de cristal.

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