Unos 8.000 inmigrantes irregulares cruzaron en mayo del año pasado la frontera de Ceuta, convirtiendo la ciudad autónoma en el más temido de los caos. Era la invasión. Hubo nervios, hubo miedo y luego hubo pánico. La situación no tenía precedentes. Sólo había uno, pero remoto; era un recuerdo, un mal sueño tal vez. Los ceutíes temieron en la primavera de 2021 que se hiciera real la misma pesadilla que inquietan por igual a los casi 200.000 españoles que viven en las dos ciudades del continente africano: la marcha verde que algún día los expulse de sus casas.

La avalancha de inmigrantes que desbordó entonces Ceuta movilizó a un número de los 3.173 reservistas de especial disponibilidad con los que cuenta el Ejército español. Uno de ellos fue Julián Domínguez. Los reservistas se movilizaron porque, claro, el Ministerio de Defensa había movilizado previamente al cuerpo de Regulares con base en Ceuta. "La Guardia Civil y la Policía se ocuparon de todo, nosotros --dice refiriéndose al Ejército-- estábamos a la expectativa", explica este capitán médico que durante aquellos quince días de mayo prestó su último servicio a España como miembro de las Fuerzas Armadas. Hoy ha pasado a ser reservista honorífico y, salvo modificación de la ley, está ya exento de futuras actividades militares.

Domínguez interpreta la movilización de los 300.000 reservistas llevada a cabo por Putin con una lógica elemental: "Es evidente que Rusia que necesita soldados porque no los tiene. Hasta ahora habían contado con un gran número de soldados chechenos y sirios, aliados de Rusia en sus respectivas guerras, pero está claro que la estrategia no le ha salido bien".

El pueblo ruso anda rebelado con el anuncio de enviar al frente de Ucrania a decenas de miles de reservistas obligatorios. "En España llamábamos 'leva' a esos reclutamientos. ¿1.400 rusos detenidos en las protestas de ayer? Cuando en una guerra estás forzado a la movilización de reservistas, la adherencia de la gente a la causa es cada vez menor. No hay motivación en los ciudadanos, que no quieren ira a la guerra. Ellos saben que es su Gobierno el que ha decidido invadir otro país. La motivación de los voluntarios de Ucrania, en cambio, es justo lo contraria".

Habrá que comprobar si los hijos de los magnates rusos serán reclutados para la guerra de Ucrania como lo serán los hijos de vecinos normales y corrientes. El dinero lo compra todo. Es lo que sucedió en la España de la segunda Guerra de Marruecos (1911-1927). Los soldados de buenas familias podían reducir su periodo de servicio militar a cambio de la denominada cuota. De ese modo tan sencillo evitaban las casas acaudaladas de España saber a sus hijos enfrentándose a las salvajes huestes rifeñas de Abdelkrim. Al Gobierno de Canalelas, sin embargo, estas cuotas de las familias poderosas le sirvieron de ayuda para elevar los ingresos del país. En la guerra vale todo.