El primero de los ocho mossos que declaró ayer como imputado por la muerte tras una reducción policial del empresario del Raval Juan Andrés Benítez aseguró a la juez que los rodillazos que él mismo le propinó son una técnica de reducción prevista en los protocolos, y agregó que los gritos de la víctima eran "de rabia, no de dolor".

Ante la titular del juzgado de instrucción número 20 de Barcelona, que investiga la muerte del empresario en el barrio barcelonés del Raval, declaró ayer durante una hora aproximadamente el primero de los ocho mossos imputados, informaron fuentes judiciales a Efe.

El imputado defendió que la operación de reducción del empresario fue correcta y acorde a las técnicas de inmovilización que se enseñan a los agentes durante su formación en la Escuela de Policía. Según las mismas fuentes, el agente que declaró ante la juez fue el primero que acudió al lugar del suceso, alertado por una pelea que Benítez había tenido instantes antes con un vecino, al que el empresario recriminaba que le había robado su perro.

De acuerdo con la versión de este agente imputado, el empresario tenía una actitud "irascible" cuando él llegó y, contrariamente a lo que mantienen varios testigos de los hechos, subrayó que la víctima presentaba abundante sangre en el rostro por la pelea con el vecino.

Otro de los mossos imputados admitió ayer ante la juez que propinó cinco puñetazos "de distracción" al empresario, pero no en la cabeza, sino en el costado, y alegó que las patadas que dirigió a la víctima durante la reducción eran para apartar a una compañera.

Precisamente, el lugar en el que impactaron esos cinco puñetazos es uno de los detalles del informe de la Policía que el Departamento de Interior cuestiona, ya que según la versión de la consellería esos golpes no se dirigieron a la cabeza sino al tronco de la víctima. En su declaración ante la juez, el autor de los puñetazos aseguró que golpeó a la víctima en el costado y que Benítez se dio repetidamente cabezazos contra el suelo durante la reducción, por lo que él mismo le sostuvo la nuca con las manos para impedir que siguiera golpeándose.