Balance de la legislatura (V) El atentado en la T-4 de Barajas marcó un antes y un después

Un nuevo viaje a ninguna parte

  • El alto el fuego de ETA disparó tantas expectativas a un lado como recelos al otro · La esperanza quedó sepultada bajo el retorno de la violencia y una sensación de que la unidad PP-PSOE ya es una quimera

Zapatero no quiso ser menos que sus predecesores al frente del Gobierno. Tenía que intentarlo. ETA es cada segundo más insoportable. Son 40 años de dolor. Y cuando fue investido presidente, hacía ya diez meses (desde mayo de 2003) que no mataba. Un dato impepinable que le daba alas. Y voló. Pero en caída libre.

Y eso que no caminaba solo. El Congreso de los Diputados aprobó el 17 de mayo de 2005 una moción que permitía abrir un proceso de diálogo con la organización terrorista en ausencia de violencia, una moción que se ha convertido en la gran superviviente del naufragio del proceso de paz.

Y todos estaban con él, salvo el Partido Popular.

Esta cronología tiene su timbre de gloria el 22 de marzo de 2006, cuando ETA anuncia un alto el fuego permanente para impulsar un "proceso democrático en Euskal Herria". La cosa duró nueve meses. Hasta que una bomba destrozó el aparcamiento de la terminal 4 del aeropuerto madrileño de Barajas. Murieron dos inmigrantes ecuatorianos. Y eso que el presidente del Gobierno había pronosticado 24 horas antes del atentado que "dentro de un año estaremos mejor que hoy".

Pero aún había cucaña. ETA y Batasuna, sobre todo ésta, se empeñaron en presentar el doble asesinato, en el que se emplearon 200 kilos de explosivo, como un "accidente". La formación ilegalizada quería resucitar en las elecciones municipales y autonómicas del 27 de mayo de 2007. Pero su sumisión a ETA la dejó en la cuneta. Bueno, casi. Logró colar a su marioneta de ANV en las urnas. El Gobierno sólo impugnó entonces, en vísperas de la cita electoral de la pasada primavera, la mitad de las candidaturas abertzales.

Mientras tanto, el alto el fuego agonizaba. Y el etarra De Juana echaba un pulso al Gobierno con su huelga de hambre. ETA dice que se acabó lo que se daba (nada) el 6 de junio de 2007. A los dos días, primera factura: Otegi ingresa en prisión al confirmar el Tribunal Supremo una condena por enaltecimiento del terrorismo. La segunda llega en octubre, cuando el juez Baltasar Garzón encarcela a 17 miembros (casi la mitad, son 38) de la Mesa Nacional de la formación ilegalizada por integración en organización terrorista. Dos meses después, ETA asesina a dos guardias civiles en Francia.

El drama está servido.

Eso es lo esencial de lo acontecido estos cuatro años. Cuatro muertos (44 en la anterior legislatura). Turno de las interpretaciones. El PP siempre vio un gato encerrado y al Gobierno, plegado ante ETA. "Se dijo que primero sería la paz y luego la política", indican fuentes de la dirección del PP, "y ha sido primero la política y de la paz no se ha sabido nada". "Desde el principio hasta el final -insisten-, el engaño ha sido la regla de actuación en la lucha antiterrorista de Zapatero, que cambió la política de la derrota de ETA por la de la negociación".

Al otro lado, desde la calle Ferraz, lamentan estas "calumnias" y la "profunda deslealtad" del primer partido de la oposición en la lucha antiterrorista. "Se nos ha acusado hasta de traicionar a los muertos", lamenta Antonio Hernando, portavoz del PSOE en la comisión de Justicia e Interior del Congreso. Que niega la mayor. "El Gobierno no ha hecho ni una sola concesión política. Se ha instado la anulación de listas electorales de ANV y De Juana quiso echar un pulso al Estado, libre o muerto vino a decir, y la realidad es que sigue en la cárcel" .

Está muy dolido. Más cuando mira por el retrovisor: "Cuando Aznar llamó Movimiento Vasco de Liberación Nacional a ETA, callamos y apoyamos a su Gobierno, y cuando se concedieron beneficios penitenciarios a más 150 etarras, callamos y apoyamos al Gobierno". Y recuerda otro dato objetivo de la legislatura: han sido detenidos casi 400 miembros o colaboradores de ETA, la cuarta parte durante el alto el fuego.

¿Que por qué se torció? Pues porque los terroristas no renunciaron -ni lo harán a estas alturas- a eso que llaman derecho a la territorialidad, donde entra Navarra, su gran obsesión, de la que sus títeres de Batasuna hablaron con los socialistas vascos y con el PNV, que asegura que la paz pasó rozando el larguero en octubre de 2006. Muchos (PP) dudan que este partido se haya acabado.

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