Feria de Málaga

Enfilando el ecuador

  • La Feria encara la mitad del trayecto con ojeras, unos cuantos 'shawarmas' encima, papas rellenas y más de una parada a la sombra para coger resuello · Ayer fue día de fiesta y el centro registraba 'overbooking'

A la mitad del camino los pies comienzan a flaquear. Llega el momento de pararse a coger resuello o dar marcha atrás y asumir que es imposible llegar vivo a la meta. En Feria esta última opción convence a pocos. Ayer en el centro de Málaga se alcanzaba el ecuador de las fiestas con el doble de gentío que en días anteriores y con la misma sed. Ahora bien, si los primeros días el bolsillo parecía no tener fin y despachábamos con generosidad almuerzos, bebidas y cenas, ahora la economía ya empieza a quejarse y los establecimientos de comida rápida -y barata- a frotarse las manos. La caminata por las calles se volvía más pegajosa aún, se rifaban los escalones a la sombra y las ojeras comenzaban a latir en los feriantes de manual.

Por si hacía falta alguna excusa para salir a las calles ayer, encima, era día festivo en la ciudad. Se conmemoraba la reconquista de Málaga por los Reyes Católicos y, como manda el protocolo, había que inundar de nuevo la ciudad con otros nobles y lidiar una nueva batalla, la del organismo frente a los efectos del calor, el alcohol y el cansancio acumulados desde el sábado inaugural.

En plaza Uncibay David y sus amigos de El Burdo daban lecciones de supervivencia. "Mucha vitamina C y E que se elimina por la orina y a comer", recomendaba este joven estudiante de Farmacia en Granada y a punto de recuperar la rutina de exámenes.

Frente a tantas jornadas de dispendio, lanzaba otro consejo: "el menú ahorro del Burger King". Si de lo que se trata es de aguantar nueve días de fiesta, conviene -a su juicio- olvidarse de dormir mucho, no pensar demasiado en las consecuencias y dejarse llevar por el ambiente. "Nosotros vamos al día", recalcaba su amiga Patri.

Veinte años de existencia es "mucha Feria encima", recordaba ayer desde calle Granada Antonio Montesinos, responsable del local Los Papa's, con dos décadas de colas a sus espaldas. Esta semana las ventas de papas asadas rellenas, literalmente, "se cuadriplican", aseguraba su dueño. Desde las doce del mediodía hasta la una de la madrugada pasan por su mostrador todos los perfiles de feriante, de todas las edades y con las mismas ganas de empapar la bebida con un buen refrigerio.

Para satisfacerles, Antonio está desde las nueve de la mañana asando papas y preparando las guarniciones y los bocadillos. Reconoce que, a partir de las nueve de la noche hay que echarle a la cosa "mucha psicología y tacto". Los clientes se vuelven más pesados y con más ganas de chanza. "El fin de semana pasado se vino una chirigota de Cádiz y estuvieron aquí delante cantando", recordaba Antonio. Cuando llegue el domingo Los Papa's se tomará cuatro días de descanso. "Dos por el cansancio físico y otros dos por el psíquico", resumía entre veras.

A la hora del almuerzo el suelo de la Plaza de La Merced estaba más ocupado que nunca por grupos parapetados entre carritos y bolsas de supermercado. David trabaja de camarero por las mañanas en una residencia militar todos los días de feria y lleva unos cuatro compaginando su jornada laboral con la festiva. "Es una semana nada más, la otra me la paso durmiendo y ya está", expresaba convencido de la validez de su argumento. Cuando llegue el resto de la pandilla con la compra "del Makro" a base de jamón, queso, lomo "y botellas de Sandevil" David se llenará el estómago, un par de mojitos más, una ducha en casa como terapia de emergencia y, de camino al Real.

Si cualquier fin de semana, los locales de shawarmas se preparan para recibir a decenas de noctámbulos hambrientos, en Feria el entrenamiento es mayor. Antonio Sánchez lleva 14 años al frente de Aladdin II, un local en calle Mariblanca convertido ya en parada obligada para pies trasnochadores con poco presupuesto. Sus conos de pollo y cerdo no vienen importados de Alemania sino que son de elaboración propia. Unas tres horas tarda Antonio en deshuesar,  filetear y aliñar la carne. En Feria "sin exagerar" raro es el día en el que no se acaban los dos conos de 80 kilos cada uno. Este año le han obligado a cerrar una hora antes ( a las 2:00) y, además ha notado la crisis al otro lado del mostrador. "Vendemos un 30% menos que  otros años", calcula Antonio.

Quedan aún cuatro días de asueto por el centro y el Real y conviene obedecer al dicho: barriga llena corazón contento.

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