Feria de Málaga

En brazos de 'Lady Resaca'

  • La Feria es historia: arranca el periodo de recomposición, penitencia y limpieza · Eso sí, el Ayuntamiento se ha sacado de la manga para la jornada de hoy una cabalgata de moros y cristianos · Por si no había bastante

Uno sabe que está en Feria cuando entra al Mercadona (con buenas intenciones, que conste) y el hilo musical regala al oído verdiales estilo Montes. También cuando acude a la cafetería de siempre a cumplir con el santo precepto del desayuno a eso de las 11:00 y en la mesa de al lado una joven pareja de turistas británicos se dispone a calzarse una enorme tortilla de patatas, sazonada con pimientos fritos y mayonesa, tenedorcito en mano, sin más riego que un botellín de agua. O cuando el cartero del barrio se pone un delantal de lunares para repartir entre los buzones las facturas de Unicaja y la propaganda de Telepizza. Todo esto, que conste, sin haber puesto el pie en el centro. Luego, claro, una vez que uno cruza la frontera invisible, entre los descamisados y el mal olor no queda mucho lugar a dudas. Durante ocho días el paisaje del corazón de la ciudad ha sido sin remedio invariable, el de la batalla por la cogorza y algo de música, pero la Feria también llega a su final y ayer correspondió quemar los últimos cartuchos. Fue una jornada atípica, por cuanto se esperaba precisamente una afluencia masiva dispuesta a apurar la fiesta hasta las heces cuando la realidad fue bien distinta. Hubo gente, mucha, por supuesto, y música, y baile, y comida, y jovencitos borrachos que se caían por su propio peso bastante más allá de Santo Domingo, pero todo a medio gas, en un nivel inferior incluso al del viernes y por supuesto al del paréntesis festivo del miércoles. Una camarera de una emblemática cafetería a un paso de la calle Larios, que estos días amplía su oferta con productos decididamente feriantes, lo explicó ayer con loable honestidad: "Aquí estamos locos por que se acabe la Feria, porque estamos haciendo menos caja que los días habituales. Nos está costando dinero". Tampoco en el Real adquirió el ambiente una connotación especial de despedida, ni durante la fantasmagórica jornada gastronómica del mediodía, con muchas casetas abiertas pero poca gente dispuesta a pagar el precio de un plato, ni por la noche, cuando ni el concierto de Macaco (10 euros mediante) ni la supernoria (esta tarde, los rezagados tendrán una última oportunidad para subir a los carricoches a un precio reducido) tuvieron el poder de convocatoria esperado. Los hosteleros que confiaban en el fin de semana para salvar la Feria se llevaron ayer un buen chasco. Estrictamente, el único día en que se cumplieron las expectativas fue el miércoles y la víspera del martes por la noche en el Real. En cuanto al resto, la tónica ha sido la de una participación menor que la de años anteriores, poco gasto y botellón por doquier. ¿Vale la pena paralizar toda la ciudad para esto durante tantos días? Habría que pararse a pensarlo. Otros modelos de Feria son posibles. Que sí.

Una visitante llegada de Córdoba llamada María Teresa, que este año ha formalizado su primera visita a la Feria de Málaga, detallaba ayer de este modo su impresión: "El Real del Cortijo de Torres es muy bonito y acogedor. Cuando llegas allí de noche tienes la sensación de que puedes ver y hacer muchas cosas, la iluminación es espectacular, todo invita a participar. Pero el centro... Se habla mucho de la Feria del centro, se promociona como algo especial, pero lo único que puedes hacer es beber y si tienes suerte comer algo. El ambiente, con tantos niños borrachos y el olor a vómito, no es precisamente el mejor. No tiene sentido mantener algo así". No hay más que echar un vistazo en Twitter para comprobar que las opiniones en esta dirección están suficientemente extendidas como para tenerlas en consideración. Pero, de cualquier forma, todos los cambios posibles acontecerán en la Feria del futuro. Ahora corresponde dejarse caer en los brazos de Lady Resaca, llevar lo mejor posible ese dolor de cabeza que no termina de apearse y consolarse con el comienzo de la Liga. Los irredentos infatigables, no obstante, podrán volver esta tarde a las calles del centro con la cabalgata de moros y cristianos que el Ayuntamiento ha preparado para celebrar el 525 aniversario (¿?) de la Reconquista a cargo de Isabel y Fernando. El año que viene, lo más inteligente será ir a la fiesta del Palacio de la Aduana. Eso sí que es una caseta como Dios manda.

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