No es la primera vez que aludo a Fernando Méndez-Leite en estas páginas. En esta ocasión era obligado hacerlo. El alma de las ruedas de prensa, la cara amable del Festival, nos presenta un libro recopilatorio donde se recogen los perfiles de las Biznagas que se han concedido hasta el momento. Pura historia del cine español.

Pero es que el pasado jueves, en vísperas de la vigésimo quinta edición, las deseadas, siempre rodeadas de nervios y en este caso pasadas por agua, don Fernando Méndez-Leite recibió de manos de sus compañeros de equipo y amigos una Biznaga de reconocimiento en el más absoluto de los secretos.

Al publicitarla habría parecido que el Festival se premiaba a sí mismo. Y la cosa no iba por ahí. Don Fernando acaba de superar uno de esos problemas de salud con los que a veces la vida nos pone contra las cuerdas, y no quedaba menos que celebrar que había vuelto a salir vencedor.

Fue un acto sencillo en el Salón Rossini, en petit comité, en el que no pude estar presente, debo justificar, a causa de las deficientes infraestructuras ferroviarias de este país. Donde, como se sabe, para ir a cualquier parte, hay que pasar por Madrid. También para trasladarse desde Alicante a Madrid. Hasta 1984 lo hacíamos, con sentido común, en un TER azul por Murcia y Granada. Pero aquel septiembre cortaron la línea y desmontaron las vías.

Hace de esto casi 40 años, y les aseguro que pasarán otros 40 y desde Alicante no se podrá viajar a Málaga en tren por Almería, y habrá que subir a Atocha en una infame compañía low cost. Al tiempo. Hablando de estas cosas con Fernando, que es más listo que el hambre, siempre nos reímos mucho. Felicidades, maestro.