Crítica 'O ouro do tempo'

Sólo es el principio

O ouro do tempo. Sección Oficial. Drama. España, 2014. Dirección y guión: Xavier Bermúdez. Intérpretes: Ernesto Chao, Nerea Barros, Manuel Cortés, Marta Larralde.

Las últimas estaciones de Alfredo (Ernesto Chao), un médico retirado en una casa de la campiña gallega, serían las apacibles de cualquier jubilado de no ser por un detalle: tiene criogenizado el cadáver de su esposa en el sótano desde hace más de cuarenta años.

Aunque el impactante punto de partida esté basado en un hecho real -lo que se nos anuncia de arranque-, la película carece de pulso. La criogenización en este caso, ce n'est que un debut, como reza una foto omnipresente de su mujer (Marta Larralde). Y la disconformidad de Alfredo con su muerte no resulta un motor tan potente y empático como para sostener todo el metraje.

El tiempo, que tan cuidadosamente mide el médico con relojes por toda la casa, pasa más despacio de lo que debería en una película rohmeriana, sin conflictos -a propósito, según su director- pero que pierde el interés. Tampoco contribuye el humor poco agraciado del hijo de Alfredo (Manolo Cortés).

Queda además una cierta sensación de final estirado: resuelto el asunto principal, la película se prolonga en rupturas de espacio y tiempo que no se habían planteado hasta entonces. O ouro do tempo supone, por tanto, un giro atípico en un director que conquistó a este mismo festival con León y Olvido (2004), una historia tampoco sencilla, pero más nítida.

Y es que el traspié no reside el enfoque, ni en el tipo de película. Realizadores como Rosales o Guerín se han consagrado eficazmente a poner la cámara y dejar la vida pasar. Sino a que el guión es dubitativo, y paga la indefinición de sus personajes. Sólo cuando aparecen Larralde o los misterios del personaje de Corona (Nerea Barros), el filme se adentra por zonas de mayor interés.

Destaca la cuidada fotografía rural de Alfonso Sanz, aunque finalmente la puesta en escena queda más cerca de las propuestas semiteatrales de Álvaro del Amo que de los gustos de Rivette.

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