Crítica 'Linko'

Los lamentables atajos del CGI

Linko. Málaga Premiere. Ciencia Ficción, España, 2014. Dirección: Rafael Calvo, David Valero, Xosé Zapata. Guión: Rafael Calvo, Xosé Zapata. Intérpretes: Críspulo Cabezas, Manel Barceló, Yolanda Ulloa, Daniel Carrillo.

Aqui podría surgir el conflicto entre la necesidad de entrentar la disposición digital a la íntegra, de carne hueso, la de, básicamente, toda la vida. Pero con Linko no se puede hablar de necesidad: aquí se habla de una dependencia casi cercana a la drogadicción. La trama de por sí es bastante tediosa, las interpretaciones que perpetran los actores son engendros, pero nada se compara con la textura que adquiere la película en términos gráficos.

Linko obvia sus credenciales artísticas y deposita toda su alma en un par de ordenadores que se encargan de generar un aeródromo militar abandonado, tras una guerra post-apocalíptica de la que poco o nada se menciona. Pero es que llegados al punto en que los personajes parecen solapados en un mundo que no es el suyo, la lástima se apodera del espectador hasta dejarlo sumido en un mar de dilemas que rodean la eficacia de los efectos especiales.

Está claro que el CGI empleado de forma íntegra o casi en una película es algo que, en manos de James Cameron o el fallero Michael Bay todavía podría hablarse, pero desde luego, contando con un presupuesto que esté entre las nueve cifras. Linko recrea su ambientación y prácticamente todo lo que no sean los actores (de hecho, si así fuera, al espectador le hacían un favor) a través de los FX y el CGI más pobre que uno se pueda imaginar. Cualquier esperanza de reflotar la película con un guión que echa agua por todos los frentes y unos actores de piedra, se pierde rápidamente. Es decir, que lo que durante un tiempo fue un tabú para los artesanos del séptimo arte, desde hace ya tiempo se ha convertido en objeto de habitual de directores tan ancestrales como Martin Scorsese, pero nunca ha supuesto nada más que un sustituto parcial requerido por una falta de dinamismo. Linko falla desde el primer momento al entregar un relato mal expresado, sumamente fallido en todas las vertientes imaginables (ojo, ni el sonido se salva), y presentado involuntariamente como un tebeo desdibujado, un cómic que resalta por sus desastrosos contrastes visuales, y que para avivar una hoguera seguro que no decepciona.

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