De TBO
La venta de entradas de este año se tuvo que aplazar un día porque la página web del Festival generó tal expectación que en su jornada inaugural fuimos tantos miles los que entramos a la vez, que colapsó. Aunque para los acreditados de prensa y colaterales la reserva de entradas se inicia sólo 48 horas del inicio del certamen. Ese es el margen que tenemos para disponer de los billetes que nos den acceso al inabarcable menú preparado por la organización.
Quede para los anales que este año ese hecho se produjo a las doce de la noche del martes 11 de marzo, cuando ya era miércoles, y el sistema permitía reservar las entradas para la jornada inaugural del viernes 14. Se trata de un ritual sin parangón. Ninguna reserva de entradas se saborea tanto como la del primer día. Del mismo modo que ningún momento contiene la emoción del que se vive en la jornada del 25 de febrero cuando se presentó la programación íntegra y vio la luz el calendario con la programación completa.
Desde ese momento el acreditado fiel comenzó a vivir su festival, seleccionando películas, organizando horarios, pautando su agenda. En la mía no faltará, junto a las grandes citas con los títulos de la sección oficial, la asistencia a esas otras actividades que son las que se recuerdan siempre: el tributo a ‘Furtivos’ como película de oro del certamen, algunos documentales imprescindibles, o una de mis secciones favoritas, los ‘5 minutos’ en el rectorado de la Universidad de Málaga, donde Luis Alegre presenta con su bonhomía habitual el cine que todavía no es pero muy pronto será, y que se encuentra en fase de proyecto o postproducción.
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