Crítica cine seff09

Imaginario de pecera

Fish Tank. Reino Unido, 2009, 124 min. Dirección: Andrea Arnold. Intérpretes: Katie Jarvis, Michael Fassbender, Kierston Wareing.

Cuando los realizadores se vuelven realistas, siempre se debe sospechar un poco. De la realidad a la imagen el camino es lógico, y la historia del cine moderno es la de un ir desde las impurezas de lo real hasta las de la comunión de las artes (así Renoir, Rossellini, Fellini, y, otro ejemplo, Oliveira). De la imagen a la realidad, sin embargo, casi siempre suelen ir los estafadores y, como ocurre en el caso de Andrea Arnold, los profesionales del cine, que un día están aquí y al otro allí. Arnold ya coqueteó con el tópico realista británico en Red road, aunque su vocación de psicóloga la señalara como realizadora de guión fuerte y gusto por clásicos del sueño de la razón (La ventana indiscreta). En Fish Tank, filme aclamado algo a la ligera, la superficie de las formas se quiere aún más cruda, pero la extensión de las apariencias nunca sostiene el hambre de imaginario.

Hay en esta historia de adolescente sola, arisca, incomprendida, de familia disfuncional y madre que le da pellizcos (sic), mucho más de marco que de ventana: al principio, antes de que el falso príncipe azul entre en las vidas de estas mujeres, todo parece condena especular, y, como en una vieja y deliciosa película de Demy, todo apunta a un futuro de acera estrecha: como la madre, así será la hija. Arnold, que ha visto cine, deja sin embargo la puerta abierta, desde la iconografía, a la pseudoesperanza, centrada en ese moribundo caballo tan de Vittorio de Sica que une a los marginales dispuestos a buscar luego nuevos horizontes.

La crítica tradicional apuntó en otros pases festivaleros que a Fish Tank le sobra el final. El desenlace no es en el fondo extraño, es, simplemente, poco realista, pero el espectador sólo tiende a sentir como traición la absurda historia de venganza y la liberación final. La deslealtad estaba allí desde el principio: para bajar al suburbio siempre hubo que remangarse.

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