Festival de Sevilla

"El cine suele retratar a las clases trabajadoras desde el paternalismo"

  • Nacho A. Villar y Luis Rojo estrenan en Las Nuevas Olas 'La mala familia', un relato sobre los destinos marcados y la falta de horizontes

Luis Rojo y Nacho A. Villar, los directores de ‘La mala familia’, posan en el Paseo Marqués de Contadero.

Luis Rojo y Nacho A. Villar, los directores de ‘La mala familia’, posan en el Paseo Marqués de Contadero. / Lolo Vasco

Los cineastas Nacho A. Villar y Luis Rojo se enorgullecen del colectivo audiovisual al que están vinculados, BRBR, que debe ser leído como bereber, "una tribu en la que sus integrantes se denominan hombres libres y a la que los romanos veían como bárbaros. Nosotros nos sentimos exactamente así: buscamos y defendemos la libertad, y sabemos que hay quien nos mira con recelo, que no valora lo que somos". El tándem estrena estos días en el Festival de Sevilla, en la sección Las Nuevas Olas, su largometraje La mala familia, un filme que desprende la autenticidad y la emoción de lo vivido y en el que los directores retratan a su entorno más próximo.

Unos amigos se reencuentran cuando uno de ellos obtiene un permiso penitenciario. Los demás se han librado de la cárcel, aunque están pagando una cuantiosa multa por un incidente en el que se vieron involucrados. En la reunión, la felicidad y el cariño iniciales irán derivando hacia otros sentimientos más complejos, entre ellos el cansancio y la desesperanza por una vida plagada de obstáculos en la que no asoman ni la redención ni las segundas oportunidades.

"El cine, generalmente, ha retratado a las clases trabajadoras desde el paternalismo. Esas películas las hacían personas que sentían empatía por lo que contaban, pero no formaban parte de ello", observan los directores. "En este caso, nosotros estamos dirigiendo con el corazón, porque hablamos de nuestro grupo de amigos. La aproximación es distinta", sopesa Villar, para quien "estamos en un momento interesante en el cine: la gente que no tenía voz empieza a ponerla en las películas. Ya no hace falta que un director, un hombre, retrate a una mujer, ahora son las mujeres las que cada vez con más frecuencia se ponen detrás de la cámara y no se limitan a ser actrices. Y en otras esferas ocurre lo mismo: otras clases que antiguamente no accedían al cine empiezan a hacerlo".

A los creadores les gusta definir su película como un "proceso humano. Para nosotros, La mala familia se expande más allá de lo que es la pantalla de cine. Trata sobre nuestra gente, la hemos hecho con ellos. Y la película continúa más allá de la proyección. Por ejemplo, uno de los personajes manifiesta, en el filme, su miedo por entrar en prisión en cualquier momento. Pues bien, este compañero nuestro está ahora mismo preso. No hemos reunido a actores, y no contamos una ficción, y la realidad hace que la película no termine nunca".

Un fotograma de la película. Un fotograma de la película.

Un fotograma de la película. / D. S.

La mala familia no explica qué delito han cometido exactamente sus protagonistas y apenas se detiene "en el proceso judicial. Nos interesaba más hablar de la sensación de estar preso en vida", cuentan Villar y Rojo, que no obstante sí dejan vislumbrar la arbitrariedad de la justicia en la primera secuencia. "En los juicios normales, los que ocurren todos los días, los jueces no tienen el mismo cuidado, la misma cortesía que con Bárcenas, por ejemplo. La jueza amenaza a nuestro amigo con que lo va a poner a picar piedra, y obvia que él es carpintero en El Corte Inglés, que entra a trabajar a las 12 de la noche y sale a las 8 de la mañana para que todo esté bien cuando abran los grandes almacenes. ¿Dónde lo va a mandar a picar piedra? ¿Al Valle de los Caídos? ¿Haciendo carreteras? Aunque haya cometido un error, este hombre es una persona que genera trabajo, impuestos y que participa de la sociedad como cualquier otra. Pero por su color de piel y su contexto ya está marcado", lamentan.

La mala familia carga contra ese espejismo, cada vez menos creíble, de la meritocracia. "Es difícil subir cuando te están diciendo que tú no vales para estar arriba", sentencian los directores. "Si vives en un barrio en el que la Policía te para todo el tiempo porque vistes como tu rapero o tu futbolista favorito, pensando que has robado algo o que tienes drogas... es muy difícil desprenderse de ese estigma". Para los directores, "si hay educación, herramientas sociales, empatía de la gente que más tiene, todo será más accesible y esperanzador. Pero mientras existan sitios como las Tres Mil Viviendas, donde hacinas a la gente y sólo acudes a ellos cuando quieres coca e irte de fiesta, ahí tenemos un problema".

"Nuestra película habla de la amistad, que sirve de paraguas cuando el mundo está contra ti"

La película reivindica la amistad, "esa red que funciona como un paraguas cuando el mundo está contra ti", aunque las presiones externas abrirán grietas en las relaciones de los personajes y la cinta nunca caiga en el sentimentalismo. Villar y Rojo asumen que "la misma gente que acogerá con entusiasmo la película mirará luego con suspicacia, en la vida real, a los personajes". Y ponen un ejemplo: "Las madres de estos chavales se han levantado a las cuatro de la mañana para limpiar oficinas, casas, portales, para que sus hijos tuvieran una vida mejor. Pero a muchos de ellos no se les da el rango de madrileños, de españoles, pese a que hayan vivido siempre aquí".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios