No fue casual que la gestora cultural Elena Caranca le invitara a realizar toda una serie de cuadros relacionada con el cine. No en vano, su obra pictórica cuenta historias: narrativa y figurativa, su propuesta -ya de por sí- fluye cercana al séptimo arte. Así lo considera el propio artista, Jorge Hernández, artífice de 24 en 1, una muestra formada por 20 obras de pequeño formato y tres grandes, con el cine como hilo conductor, y que vio la luz en Sevilla gracias al al crowdfunding o el micromecenazgo.
"Me gustó la idea y me centré aún más en el contenido del cine, siguiendo con mi narrativa, aunque más volcado en visualizar películas para tomar ideas y hacerlo en mi lenguaje propio", explica el artista.
El proyecto, organizado por la citada gestora cultural y la galerista Isabel Ignacio, contó con la participación de más de 60 personas que, a través de sus negocios o a nivel particular, aportaron su contribución, a partir de 20 euros, lo que permitió que esta muestra fuera creada.
"La propuesta, muy común en Estados Unidos y el Norte de Europa, se hizo por primera vez en Sevilla y funcionó muy bien. Después pensamos que qué sitio mejor que los festivales para exhibirla, tanto en España como fuera", aseguró.
Y es así como en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva encuentra ahora esta propuesta su marco más adecuado, exhibiéndose hasta el día 25 en su sede principal, la Casa Colón, y más concretamente en la sala Vázquez Díaz. En el futuro, además, las obras se exhibirán en otros festivales del país y el extranjero.
En el calor de la noche, Thelma y Louise, Oceans 11, Desayuno con diamantes, Cortina Rasgada o Anticristo son algunas de las películas que inspiran la muestra, en la que, sin hacer mención a una película en concreto, aparecen connotaciones del cine negro americano o del cine europeo de los años 50 y 60.
Hernández pinta sobre lienzo y madera, con acrílicos y con resinas. Y a veces con óleo. Llena de color y movimiento, su obra capta la atención del espectador como si fuese el fotograma de una película y le transmite cierta sensación de inquietud e intriga hacia lo que está viendo, la necesidad de saber qué pasará en la siguiente escena, tal y como ocurre ante una obra cinematográfica.
Mediante un juego de direcciones narrativas muy fotográficas, el pintor propone una exposición inspirada en el cine negro y el post clásico, compuesta por una veintena de obras de pequeño formato gracias a las que Hernández pone de manifiesto la relación indisoluble de la pintura y el cine y la suya propia con el séptimo arte.
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