Mabel Lozano. Cineasta

"Soy reivindicativa y poco agresiva. No tengo que dar collejas a nadie"

  • La realizadora ofrece hoy al público onubense "un retrato de la maternidad contemporánea" a través de la gestación en cinco mujeres · Defiende la capacidad educativa que reside en los medios audiovisuales

-¿Qué se va a encontrar hoy el público de Huelva en Madre?

-Es un documental muy experimental: el cien por cien de las imágenes son autofilmadas. Nunca se había hecho en un periodo tan largo, un seguimiento de siete u ocho meses. Al estar contado en primera persona, tiene mucha cercanía, mucha verdad y realidad. Llega y emociona porque estableces una relación muy estrecha con los protagonistas. El público se va a encontrar un retrato de la maternidad contemporánea con cinco testimonios muy diferentes: una menor en vivienda familiar, una mujer que con 49 años tiene a sus primeros hijos, una mujer con discapacidad (que es Irene Villa), una mamá inmigrante y, por último, otra maternidad actual, una mamá adoptiva.

-¿Qué le atraía de este proyecto?

-Por un lado, la herramienta, la autofilmación. Y después, que también yo cumplo esos tópicos de la maternidad. Yo he sido madre a los 35 años, que es la media de edad con la que la mujer decide hoy en día serlo, y la maternidad de mi madre no tiene nada que ver con la mía por esa elección. Hay un ejercicio muy sano de hablar y destacar cosas que se suelen decir a media voz, como los procesos de fertilidad o de donación de óvulos.

-¿Qué respuesta ha habido al documental?

-Ha tenido unas críticas alucinantes. En todo lo que hago siempre he puesto la misma pasión y el mismo entusiasmo, y a veces, no sabes por qué, hay unos trabajos que calan más que otros. En el caso de Madre, fuimos a la Seminci y la han declarado la joya de la 57ª edición por experimental, tierna, franca y real. La crítica está siendo absolutamente arrolladora porque es una forma nueva de contar una historia, que le da mucha cercanía, y porque las protagonistas están muy bien y se complementan mucho.

-¿Y llega al público?

-Hemos hecho un único pase en la Seminci y el estreno en Madrid. Allí el aplauso fue brutal. La gente llora, se emociona, ríe... Es que tiene mucha frescura. A la gente le gusta mucho. Pero estamos empezando. Hay que tener en cuenta que terminé de montar una copia con 290 horas de partida, siete meses de autofilmación de mujeres embarazadas. De eso a hacer un montaje de 80 minutos ha sido volverme loca para dar coherencia a una historia. Ese proceso ha sido duro. A partir de Huelva haremos un recorrido bastante largo. Queríamos ir a los Goya pero no nos ha dado tiempo. Pero es que nuestra última mujer dio a luz el 1 de septiembre. Esto era un proceso real, fisiológico; hemos terminado cuando han venido los niños.

-¿Qué tal volver a Huelva?

-Huelva es nuestra tercera cita. Y vuelvo feliz porque solamente he venido una vez al Festival [1997], al estreno de la película de mi marido [Eduardo Campoy], Al límite, que me la dedicó. Yo no lo sabía, lo vi en esa pantalla de Huelva y fue emocionante. Me pareció un festival maravilloso, en una ciudad increíble y con unas gambas que te mueres. Me parece estupendo volver con un documental tan experimental y tan nuevo, porque todavía tienes esas hormiguitas en la tripa de si gustará o no. A ver qué pasa.

-Sobre todo, que le guste a las mujeres, ¿no?

-Es mi quinto documental y en todos hablo temas de mujeres y los hombres salen bastante mal parados. Pero en éste hablo de cosas muy importantes como que la conciliación es de todos, de mujeres y hombres. Hay una paternidad muy importante en este documental, y también se habla de la familia. El modelo papá y mamá también ha evolucionado. Al final, un niño hace una familia. Se habla de muchas cosas en ese sentido. Hay un mensaje social creo que bastante importante pero con mucha frescura.

-Lo suyo es reivindicar a la mujer en todos los ámbitos.

-Pero soy una reivindicativa poco agresiva porque ni soy la voz de nadie ni tengo que dar collejas a nadie. Creo que hay que trabajar desde la educación, y el medio audiovisual tiene mucho que ver con ello. La gente me dice que mis documentales son muy parciales. Soy la tía más optimista del mundo, por tanto tienen esa carga que tiene que ver con mi carácter: siempre hay una salida, siempre veo la botella medio llena.

-¿La mujer sigue centrando sus proyectos? ¿Va a probar la ficción?

-Hay que tener el suficiente talento para llenar un cajón de historias. Yo no lo tengo. Pero sí la suficiente sensibilidad para las cosas que me ofrece la vida. Los documentales son historias que me voy encontrando y es verdad que tengo especial sensibilidad por ese tema. Ahora voy a disfrutar un poquito de Madre, pero ya estoy preparando un largo documental que voy a rodar en cuatro países diferentes que completa mi trilogía sobre la trata de mujeres.

-Está volcada como directora. ¿Está aparcada la carrera de actriz?

-Aparcadísima y cerrado el garaje con tres llaves. Cuando empecé a estar delante de la cámara, todos los días pensaba que que quería estar detrás. En siete años no he parado de formarme y he hecho un máster de cine social y derechos humanos con los mejores documentalistas del mundo; he estudiado dirección, realización, guión... La interpretación, para mí, está absolutamente aparcada. Otra cosa es que siga colaborando con televisión, como tertuliana en programas que tienen que ver con temas sociales, porque la tele me gusta. Lo que no me gusta es disfrazarme de un personaje. Esa etapa de mi vida ha concluido.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios