Festival Cine Málaga

Otra piel para la maternidad hallada

  • Isaki Lacuesta e Isa Campo dirigen 'La propera pell (La próxima piel)', un thriller emocional con la ambigüedad como esencia Emma Suárez, Álex Montaner y Sergi López son sus protagonistas

Todo se sabe en el lugar donde nada se habla. Aislada por su propio entorno, en un pequeño pueblo del Pirineo aragonés, en una tierra demasiado hostil y fría para empezar de nuevo, Ana recibe la noticia que llevaba ocho años esperando. Su hijo desaparecido ha sido encontrado y está en un centro de menores francés. Allí reconoce a un adolescente con recuerdos difusos y cargado de conflictos emocionales al que intenta incorporar a la vida familiar como si el tiempo se hubiese detenido. Igual que esa habitación del niño de 9 años que se perdió en la montaña el día en el que murió su padre. Pero todos los que rodean a Gabriel no lo acogen con la misma generosidad que su madre. En muchos, la duda de si es un impostor o no está sembrada.

Isaki Lacuesta e Isa Campo han dirigido La propera pell (La próxima piel), largometraje que ayer se presentó a concurso en la Sección Oficial y que mantiene al espectador en un juego constante con la ambigüedad del personaje interpretado por Álex Montaner. Emma Suárez y Sergi López lo acompañan en este viaje al oscuro pasado. Un recorrido, a la vez, esperanzador para Ana, con unas tremendas ansias de amar de nuevo a su hijo, y para Gabriel, que halla en ella a la madre perdida. Hace más de una década que se gestó el proyecto que finalmente ha visto la luz en Málaga aunque aún no tiene distribución nacional.

El guión lo firman ambos directores junto a Fran Araujo, "que fue quien puso la cordura y la mirada fresca, porque hicimos tantas versiones que ya dábamos cosas por entendidas que no estaban o viceversa, necesitábamos una mirada de fuera", explicó ayer Isa Campo en la presentación. "Lo más problemático era desentrañar esas capas de los personajes, ver cuándo mentían y cuándo no", agregó Lacuesta. Para meterse en la piel de estos seres atormentados, los actores hicieron un importante trabajo previo. "Estuvimos semanas ensayando, haciendo un trabajo de mesa para desenredar cada personaje, cada escena, cada frase, desde dentro, desde lo hondo", apuntó la actriz Emma Suárez. Todo el equipo convivió durante el rodaje "y eso nos hizo estar vinculados totalmente con la película y entrar en ese juego de la ambigüedad, de no poder definir realmente lo que está pasando, que creo que es uno de los atractivos de las obras de arte", agregó Suárez.

Aunque no se basaron en una historia real, la idea sí que partió de noticias aparecidas en prensa del regreso después de muchos años de familiares, según contaron Lacuesta y Campo. Después de que su cinta tomara su propio rumbo, el trabajo de documentación también fue importante, sobre todo el relativo a estos centros de menores que acogen a jóvenes sin familia. Y el lugar del rodaje, la montaña, fue un personaje más. "Estaba claro que el sitio tenía que ser bello pero a la vez agreste, hostil, que se pudiera sentir esa carga física del entorno, esa presión de un pueblo pequeño en el que no es fácil integrarse", afirmó la directora.

En ese lugar todos parecen saber que la familia de Gabriel distaba mucho de ese idílico trío que se muestra en los vídeos caseros de las vacaciones. "Todos tienen heridas que quieren borrar y construirse una piel nueva, realmente como todos, queremos ser distintos, mejores, sobre todo ante situaciones vitales muy extremas", subrayó Isaki Lacuesta. La química creada entre Suárez y Montaner -que no pudo venir a la presentación porque se encuentra estudiando dirección en Nueva York- se palpa en este filme en el que se habla en francés, catalán y castellano con absoluta naturalidad. "Hay una necesidad de amor mutuo y ambos consideran que hay que partir de cero, pero el entorno pone sus trabas", explicó Isa Campo.

Para el tercer guionista, Fran Araujo, la cinta "tiene un juego maravilloso con el espectador, es un viaje muy rico" por certezas que se desmontan en la escena siguiente y deja al público pegado a la butaca durante casi dos horas. Rodada en noviembre, aprovechando la nieve natural y el frío -aunque también hay mucho de artificial que quisieron agradecer al equipo de arte, también el esfuerzo de producción-, la trama va fundiendo la coraza de sus gentes como el hielo que gotea en las primeras imágenes para dejarlos desnudos, expuestos al amor y al dolor.

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