Gp de bahréin

Muchos perdedores tras el controvertido Gran Premio de Bahréin

  • Arrecian las críticas contra los organizadores de la Fórmula 1 por haber disputado este fin de semana una carrera en un país dividido en el que han muerto 50 personas durante más de un año de protestas.

La Fórmula 1 arruinó su propia reputación con su presencia este fin de semana en Bahréin, un país profundamente dividido con un futuro muy abierto a corto plazo: ¿qué sucederá cuando el máximo espectáculo del automovilismo se marche? Después de una de las carreras más polémicas de su historia y un desastre desde el punto de vista de las relaciones públicas, la Fórmula 1 deberá hacer balance sobre la magnitud de los daños causados con su presencia en Bahréin, donde en más de un año de protestas murieron casi 50 personas.

La controversia de la disputa de un Gran Premio en un país inmerso en conflictos internos puede dejar a todas las partes como perdedoras. "Tenemos que sentarnos y sacar nuestras conclusiones", señaló con un rostro serio el jefe de la escudería Mercedes, Ross Brawn, en el paddok del circuito de Sakhir. El presidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), el francés Jean Todt, defendió la presencia del Mundial en el país del Golfo Pérsico: "La Fórmula 1 es una marca fuerte, todos los equipos están contentos".

Sin embargo, los resultados del primer análisis no son alentadores. Todt y el dueño de los derechos comerciales de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone, reforzaron la imagen negativa de la carrera del desierto a pesar de lemas como "sólo deporte, nada de política". Los monarcas de Bahréin mostraron mano dura contra los manifestantes también durante el Gran Premio: es la cara más fea de un país dividido. Pilotos y escuderías no se atrevieron a alzar la voz y permitieron ser el destino de muchas de las críticas. "Es una de las horas más negras de la Fórmula 1", señaló el periódico británico The Observer.

Aún no está claro si la atención que recibe el país durante la disputa del Gran Premio favorece la lucha reformista de la población chií. Muchos de los opositores temen lo contrario. "Cuando la Fórmula 1 se vaya continuarán las represiones y el mundo no volverá a oír nada más", señaló el líder de la protesta, Nabeel Rajab. "Sabemos que las protestas pueden traer consecuencias negativas", señaló Todt, que comparó el conflicto de Bahréin con los disturbios del fútbol en Europa.

Poco antes de las palabras de Todt murió una persona en las nuevas protestas en la capital del país, Manama. "Tenemos que mantenernos al margen. Esto es un evento deportivo", dijo el francés al respecto. La táctica de Todt y Ecclestone daba la impresión de ser transparente. Los delegados de Bahréin y el mundo árabe son unos socios influyentes en la FIA. Ahí aparece el factor del dinero. Supuestamente, la carrera le cuesta a Bahréin 30 millones de euros, de los cuales la mitad es para los equipos y la otra parte para la empresa CVC, propiedad de Ecclestone. "La Fórmula 1 debe recordar al mundo del deporte los riesgos de la venta al mejor postor sin importar quién es", advirtió el diario The Independent on Sunday.

La cuestión más urgente es si los responsables tomarán medidas o no respecto al futuro de la carrera. El contrato de Ecclestone con Bahréin finaliza en 2016. ¿Volverá la Fórmula 1 a Bahréin en 2013? Nadie se atrevió esta semana a hacer una apuesta. "Espero que los pilotos, que no quieren hablar de lo que sucede, cambien en algún momento de opinión. Si no lo hacen quizá sus hijos les pregunten por qué corrieron en un país en el que los gobernantes torturan y detienen a tanta gente", dijo Zainab Al-Khawaja, hija de un activista defensor de los derechos humanos que lleva en huelga de hambre desde el 8 de febrero. Abdulhadi Al-Khawaja fue condenado a cadena perpetua el año pasado tras ser detenido en los sangrientos disturbios en Bahréin. La justicia de Bahréin ya programó para dentro de unas semanas su próxima ola de demandas en contra de activistas de la oposición.

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