Historias reales

Alfonso de Borbón, el Príncipe de Asturias fracasado

El primogénito de Alfonso XIII, Alfonso de Borbón, con su primera esposa, Edelmira Sampedro

El primogénito de Alfonso XIII, Alfonso de Borbón, con su primera esposa, Edelmira Sampedro

Su salud quebradiza marcó su malograda existencia. Su padre, el rey Alfonso XIII, asumió con frustración la hemofilia de su primogénito y fue motivo de un distanciamiento progresivo con la reina Victoria Eugenia, portadora de enfermedad hereditaria. Criado entre algodones, visto siempre como un chico débil para el destino que debía asumir, la Corona, el príncipe Alfonso de Borbón fue un niño triste y un joven resentido que encontró el amor en su enfermera en Suiza, por entonces, exiliado y desesperanzado, medio arrinconado en una familia real que veía el futuro con el catalejo al revés. A sus 24 años había salido del Palacio Real en brazos, dada su debilidad, en dirección al extranjero. 

Dos años después, mientras todo se derrumbaba a su alrededor, el Príncipe de Asturias encontró el afecto y un recuperado estado físico con una compañera enferma que le enamoró en los bailes del distinguido sanatorio de Leysin. Edelmira Sampedro, descendiente de una estirpe cubana dedicada a la caña de azúcar y con los negocios en declive, un año mayor que don Alfonso, fue la que levantó de la cama, literalmente, al heredero y quiso entonces recuperar el tiempo perdido, tan lejos de las obligaciones palaciegas y de esa trastocada España que se hacía por entonces imposible para el regreso.

Alfonso de Borbón y Edelmira Sampedro en un hotel en Suiza Alfonso de Borbón y Edelmira Sampedro en un hotel en Suiza

Alfonso de Borbón y Edelmira Sampedro en un hotel en Suiza / EFE

Enfermitos los dos, enamorados ambos como nunca, el romance superó a las responsabilidades. El príncipe renunciaba a sus derechos el 11 de junio de 1933 y así lo comunicaba oficialmente al rey exiliado: "Vuestra majestad conoce que mi elección se ha fijado en persona dotada de todas las cualidades para hacerme dichoso, pero no perteneciente a aquella condición que las antiguas leyes españolas requerirían en quien estaría llamada a compartir la sucesión en el trono, si se restableciese por la voluntad nacional", admitía el príncipe dado que al ser plebeya, de una familia cubana burguesa, este matrimonio morganático le obligaba a dar un paso al lado. Por una situación parecido, y con trasfondo político, su primo Eduardo VIII tres años después haría lo propio por Wallis Simpson para abandonar el trono británico. 

"Decidido a seguir los impulsos de mi corazón", continuaba Alfonso de Borbón (estaba llamado a ser Alfonso XIV), renunciaba a los derechos de sucesión para él y su descendencia (que no llegó a existir).

Alfonso XIII, escéptico en todo lo que fueran sentimientos personales, pronosticó que el matrimonio no duraría. Don Alfonso tomó un título imaginario, conde de Covadonga, para él y su esposa, con la que se casaba sin la presencia paterna en Lausana el 21 de junio de 1933. Los planes de vida: la mar de sinceros, la vida alegre, sin más,  una decisión de escapismo en años de nubarrones dramáticos. Es lo que también hizo Eduardo VIII. Los duques de Covadonga querían tener una existencia de fiestas y fotos, pidiendo regresar a la España republicana como "un ciudadano más".

Entre copas y balnearios, pero no en la suficiente cantidad que deseaban, Edelmira se separó y con los meses  su desheredado marido se reconcilió con ella en Cuba donde quiso zarandear por recuperar sus derechos. Alfonso XIII decidió reducir el presupuesto al autodenominado conde de Covadonga y la reducción de dinero condujo a la pareja al divorcio. Hace 85 años era el principio del fin del príncipe fracasado.

Alfonso de Borbón con Marta Rocafort Alfonso de Borbón con Marta Rocafort

Alfonso de Borbón con Marta Rocafort

Edelmira mantendría una relación espaciada y cordial con la familia de su marido. Don Alfonso aceleró y volvió a casarse en Miami con otra cubana, la modelo Marta Rocafort, hija de un dentista neoyorquino, y no llegó a tres meses de casados. Se divorciaron en enero de 1938, recién nacido Juan Carlos, hijo de don Juan de Borbón, el heredero nombrado por el rey en el exilio tras forzar la renuncia de don Jaime por sordomudo. El 6 de septiembre de dicho año, el mayor de los hermanos, Alfonso, sufría un accidente de tráfico en Miami. En condiciones habituales, cualquiera habría sobrevivido, pero una hemorragia interna, al ser hemofílico, segó la vida del insatisfecho primogénito a los 31 años. El único familiar presente en su funeral fue su novia, Mildred Gaydon, bailarina de cabaret con la que había planeado casarse y que conducía el vehículo en el que el conde se fracturó la pierna derecha en un fortísimo golpe frontal con un camión.

La primera esposa de Alfonso de Borbón fue la que acudió a la despedida de sus restos, que estaban en un cementerio de Miami, para ser conducidos en avión hasta El Escorial, en 1985, donde se reposa el recuerdo de aquel príncipe enfermo que en revancha consigo mismo terminó autodestruyéndose. 

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