Pasarela

Enfermos por la... ¡fama!

Hasta el primer ministro británico se ha preocupado por la salud de Susan Boyle, la archipopular concursante de ese programa de la televisión inglesa que, una vez más, ha puesto de manifiesto el doble filo que tiene, por ejemplo, que tu rostro hay sido visitado en internet por más de 100 millones de personas. Así, el fugaz paso hacia el éxito de esta señora soltera -que, hasta hace muy poco, no era sino la voluntaria de una iglesia católica escocesa consagrada al cuidado de sus progenitores-, ha tenido consecuencias inmediatas y, la expectación que se ha despertado a su alrededor, ha provocado un prudente alejamiento de los medios para, con más calma, poder analizar ahora el cambio de 180 grados que ha dado su vida.

No obstante, la de Susan no es una historia aislada. Su arduo camino antes de llegar a la cúspide, sus intentos para destacar en anteriores espacios de la pequeña pantalla, constituyen una constante que se repite en muchas de las celebrities que, con el transcurrir del tiempo, han acabado "enfermas de fama". Gentes como Britney Spears, "princesa del pop" quien, con sólo ocho añitos, ya fue introducida en el mundo del espectáculo por su madre. Una vez dentro de la profesión artística, Britney se presentó -siendo aún menor de edad-, con el tema …Baby one more time, con el que llegó a vender más de nueve millones de copias en todo el planeta.

Fue el inicio de un ascenso que, a la vez que atesoraba cifras astronómicas en todos los sentidos, iba minando el equilibrio de quien, casada con Jason Allen Alexander el 3 de enero de 2004, apenas tardó 55 horas en anular dicho matrimonio fruto, según los rumores, de los efectos del alcohol en ambos contrayentes. Más tarde, el 18 de septiembre de ese mismo año, volvió a firmar documentos nupciales con Kevin Federline, cuyo amor apenas superó los 14 meses. Madre de dos hijos con el rapero, la americana ha tenido que pasar en sucesivas ocasiones por clínicas de rehabilitación que le permitieran superar sus problemas tanto con las sustancias adictivas como con una trascendencia social para la que, sin duda, no estaba preparada.

Y es que, ni siquiera haber comenzado tan pronto como Michael Jackson -integrante de The Jackson Five desde que sólo era un niño-, garantiza nada. De hecho, en su caso fue casi peor puesto que, obsesionado con su imagen, el cantante parece haber ido perdiendo el juicio al mismo ritmo que ha transformado su cuerpo a base de operaciones estéticas. Últimamente, tras anunciar su regreso a los escenarios, el mítico intérprete de Thriller ha dado marcha atrás en su decisión después de saberse que padece cáncer de piel y que, un tratamiento agresivo, podría afectarle la garganta. Paradojas del destino cruel.

Y es que, según decía Santa Teresa, "ten cuidado con lo que deseas, que podría hacerse realidad", sentencia que resume a la perfección consecuencias como la sufrida en primera persona por Rosa López, una de las participantes de la primera edición de "Operación Triunfo" que peor lo han pasado a cuentas de su popularidad. Perseguida por la prensa, la granadina ha visto expuestas a la mirada pública tanto su relación sentimental con Pablo Cariñanos, médico sevillano especializado en la voz, como el fallecimiento de su padre, situaciones que le hicieron saborear lo agridulce de las tan soñadas ansias de celebridad. Ahora, con un noviazgo que intenta llevar lo más en secreto posible, la cantante parece encontrarse más estable y con más ganas que nunca de actuar.

Por su parte, el de Madonna es un ejemplo un poco peculiar puesto que, tal y como afirma su hermano Christopher Ciccone, en el libro La vida con mi hermana Madonna, su único objetivo es seguir ocupando portadas como "reina del pop". Así, sus bodas con Sean Penn o Gay Ritchie, sus romances con actores como Warren Beatty, y hasta las adopciones africanas que está emprendiendo, son puestas en tela de juicio por un recién estrenado autor para el que, cada paso que da "la ambición rubia", está motivado por sus ansias de trascendencia. "Egocéntrica", "tacaña" o "autoritaria" son algunos de los calificativos con los que identifica la personalidad de esta diva que, a pesar de haber cumplido los 50, sigue dando que hablar.

Recordemos, en este sentido, la historia reflejada por la mítica película Sunset Boulevard donde la protagonista se niega a aceptar su ocaso como la figura que, una vez, había sido. Una triste realidad que ataca a muchos grandes mitos de antaño que, de pronto, comienzan a ser relegados a un segundo plano de la actualidad que no aceptan. Desde Sara Montiel a Marujita Díaz, desde Gina Logobrigida a Joan Collins, desde Silvester Stallone a Mike Rourke, numerosos son los que, habiendo disfrutado de las mieles de la gloria, se ven obligados a luchar -hay que reconocer que, con técnicas muy poco ortodoxas y de desiguales resultados- contra Cronos para seguir brillando en el firmamento de las "estrellas".

De hecho, se ha llegado a acuñar un término, "famitis", para englobar a aquellos que quedan atrapados en estas peligrosas redes. ¿El gran problema de esta situación? Pablo Fernández Christlieb, profesor de psicología, nos lo plantea en el siguiente texto: "Para finales del siglo veinte llegó a existir tal número de famosos que sobrepasaron el número de desconocidos que los pudieran conocer, al grado de que cada quien se fue transformando en algo así como el famoso de sí mismo, esto es el centro de un universo vacío". ¿Sobreviviremos, pues, al cataclismo?

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