El blazier blanco, una tabla de salvación en las crisis del PP
Estilismos
Cristina Cifuentes e Isabel Díaz Ayuso han usado indumentarias muy similares en días en que acapararon toda la atención mediática
El estampado de tigre es el último grito para la inminente primavera
La alfombra roja de los Goyas: una mantilla desestructurada y una cabeza de gato
La de vueltas que da la vida. Hace una semana arrancábamos el lunes con la resaca de las elecciones en Castilla y León, comunidad autónoma que, con todo mis respetos, jamás había logrado tal atención por parte de un servidor en cuanto a cuestiones políticas se refiere (en las artísticas es otro cantar, que Castilla la Vieja es una fuente inagotable de motivos para estar siempre visitándola). Amanecíamos con la victoria agridulce del los populares y el ascenso fulminante de Vox. Pues siete días después, el partido de la gaviota sigue siendo noticia, pero por motivos bien distintos.
No se asusten, sufribles lectores, que no pienso dales la tabarra con el lío, terremoto o tsunami que se ha formado en Génova, que ya de eso están vuesas mercedes más que informadas por distintos medios de comunicación. Hoy les vengo a hablar de una coincidencia estética que no ha pasado por alto para los que, como éste que les escribe, prestan más importancia al envase que al contenido.
El caso es que no se trata de la primera vez que una dirigente del PP en la Comunidad de Madrid vive una semana horribilis. Ya en 2018 le ocurrió algo similar a Cristina Cifuentes, esa mujer de pelo rubio a la que una cremas antiedad (o rejuvenecedoras, que queda más fino) le obligaron a dimitir del cargo de presidenta. Nunca antes la afición al tratamiento facial había costado tan cara.
Pues resulta que el día en que Cifuentes, harta de denuncias por másteres, tratos de favor y potingues, decidió abandonar su cargo, lo hizo con un blazier entallado, de cuello mao y de un blanco nuclear que concentraba todas las miradas. Cuatro años después, y en mitad de otra tormenta en el PP, Isabel Díaz Ayuso ha dado explicaciones sobre la supuesta investigación a la que había sido sometida su familia por parte de los compañeros de partido -los enemigos siempre están dentro, ya sea en una formación política, en una hermandad o en una peña- con una indumentaria muy parecida.
La que en su día logró que Pablo Iglesias dejara el Gobierno del país -antes de cortarse la coleta (literalmente)- recurrió a otro blazier de color hueso y entallado, aunque esta vez lo combinó con chaleco, pantalones y zapatos negros. ¿Coincidencia? Puede ser. ¿Mensaje subliminal? También.
Como siempre hay gente para todo -que dijo el célebre Gallo- no han faltado quienes han interpretado este hecho como una especie de advertencia a los dirigentes populares. Lo cierto es que el blazier blanco, con cuello mao, se ha convertido en una especie de talismán para las mujeres destacadas del PP a la hora de demostrar sus agallas en días críticos. Si bien a Cifuentes le acompañó en su despedida, a Ayuso le ha servido, por ahora, para mantener el pulso contra el aparato de un partido que ha dejado en evidencia los bajos más ínfimos de la política actual. Y no me refiero a la costura, aunque venga al hilo de lo que les comento.
Y ya que escribo de ropa de abrigo, no olviden apuntar la última tendencia de cara a la inminente primavera: el animal print. A mí no me miren, que soy nuevo en estas lides y me acabo de enterar por un experto en la materia. Se trata de los estampados basados en la más diversa fauna. El último grito (muy a propósito del tema) son las rayas de tigre, que se han visto ya en bolsos, blusas, bikinis y cinturones. Para los menos discretos y discretas (aquí no hay diferencia de género), también lo pueden emplear en abrigos, vestidos y trajes de chaqueta.
No hay excusa para no ponérselo. Ya lo han exhibido en sus colecciones afamados diseñadores como Valentino o Roberto Cavalli. Así que, arriésguense y vayan buscando un ejemplar que reproduzca la piel de tan fiero felino. Y a rugir mucho esta primavera. Como lo hacen en la calle Génova desde hace días. ¡Ay, que nos come el tigre!
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