En la apasionada pasarela de Etxeberría en Nueva York, cuya primera colección deslumbró en septiembre por su concepto casi paleolítico de la moda, volvieron a triunfar sus suntuosas pieles, su vibrante puesta en escena y sus modelos, a pesar de que dejó un mayor protagonismo a la lana que al pelo. "En invierno lana, como siempre", aseguró el diseñador español de férrea personalidad y vocación tardía, para quien su nueva colección es "muy estricta y bastante radical". Mientras explora las gamas de grises en unos trajes de lana mucho más ponibles y con un toque de discreta distinción, las pieles comienzan a ganar territorio. "Me he centrado en 36 trajes que van complementados de abrigos que lo que intentan aportar es que son reversibles", comentó el excéntrico creador.
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