Como es habitual, la elegancia italiana se ha puesto de manifiesto en la mayoría de desfiles desarrollados en Milán esta última semana, en los que se han observado colecciones más atrevidas que en Nueva York o Londres. París le tomó el relevo a Milán ayer mismo; su Semana de la Moda arrancó con los jóvenes creadores.

Pero resumiendo lo que hemos visto en Milán puede destacarse que, si bien los colores propuestos han sido más bien sobrios, con el negro como protagonista, en muchos casos se han visto adornados con pedrería extragrande, lentejuelas o bordados dorados. La lana y las pieles continúan marcando tendencia en cuanto a los tejidos.

Con los desfiles de Gucci, John Richmond y Alberta Ferretti arrancó una Semana de la Moda optimista que no entiende de crisis ni recortes. Por ejemplo Gucci, que mostró una mujer ultrafemenina, con faldas largas ajustadas pero con amplias aberturas para las piernas, otras amplias y bordadas con flores doradas en tonos verdes y azules oscuros. Versace iba un poco más allá para devolvernos la falda lápiz. La propuesta arriesgada de Dolce & Gabbana rompió con todo a través del dorado. Dsquared2, por su parte, se quitó el luto de la crisis con una colección colorista y desenfadada. Mención especial merece el look masculino de Giorgio Armani, eso sí, con pantalón bermuda.

En patronaje, lo más in son las mangas globo de Fendi, los abrigos extra-grandes de Gucci y el minimalismo siempre acertado de Laura Biagiotti.

Salvatore Ferragamo ha jugado a la dualidad: sobriedad marcial para el día, elegancia sensual para la noche. Aún más marcial fue la colección de Moschino, agresiva y bicolor (blanco o negro) la de Byblos.

Roberto Cavalli, fiel a su tradición con algún que otro estampado animal nuevo, logró el regreso a la pasarela de la top model Naomi Campbell. Los dos forman un tándem perfecto.