El número de casas es cada vez menor, las estaciones de ferrocarril se vuelven más pequeñas y se multiplican las ovejas. Desde el tren procedente de Londres, donde ya casi no queda nadie, las vistas son hermosas: al fondo el mar y la costa escarpada, más cerca casas rurales que parecen sacadas de un calendario, prados y talleres de coches medio abandonados. En algún lugar entre las colinas de la isla de Anglesey, en la parte más noroccidental de Gales, vive el príncipe Guillermo y pronto la que será la princesa Catherine.
Desde que Guillermo comenzó aquí su formación como piloto de helicópteros quedó prendado del lugar. A principios de septiembre de 2010 se convirtió en aprendiz de copiloto del equipo de rescate de la base local de la Fuerza Aérea, RAF Valley. Su trabajo allí acabará en 2013.
Según se dice, Guillermo encontró en Anglesey algo que no tiene en ninguna otra parte: una vida bastante normal. Allí alquila una casa, conduce su coche y compra regularmente en el supermercado local. Incluso le ha sido posible dar paseos en solitario por la playa con Kate cuando ésta va de visita.
"Se los ve de vez en cuando", afirma el dueño de una tienda de recuerdos en Holyhead, la localidad más cercana, a unos 15 minutos en coche de RAF Valley. En el supermercado, en la moto de Guillermo e incluso alguna vez en el pub. "La gente los deja en paz", añade.
¿Cómo es que los futuros reyes pueden vivir aquí sin ser molestados? "Nos caen bien. No son tan estirados como sus antecesores. Ambos son muy agradables", explica el negociante.
El taxista Dean, que en la actualidad pasea por la isla a periodistas de todo el mundo, argumenta también otra cosa. "Es la mentalidad galesa. Somos muy relajados, no nos ponemos nerviosos fácilmente". La mayoría de los habitantes saben dónde está el "cottage" donde vive Guillermo. "Pero nadie se acerca". Los periódicos que publiquen fotografías de la casa rural o revelen detalles al respecto enfrentan una posible demanda de Buckingham.
Los residentes están contentos con la elección de Guillermo, afirma Dean. "Vienen más turistas y con ello más dinero para nosotros. Anglesey lo necesita con urgencia". En los últimos años cerraron dos grandes fábricas y se perdieron cientos de puestos de trabajo. Pese a que de Holyhead parte un transbordador a Irlanda y de que el sitio tiene un par de atracciones, el lugar da una impresión gris y deprimente.
A la tienda de souvenirs de Holyhead no han llegado las tazas y paños de cocina con fotos de Guillermo y Kate que se venden en otras partes. Pero el dueño afirma que montará un escaparate completo con ellos poco antes de la boda. En cambio sí que se los encuentra en RAF Valley, y precisamente en el cuartel de Guillermo y su tropa. "Secamos los platos actualmente con paños de Guillermo y Kate", comenta riendo el teniente Thomas Bunn, alias Sticky.
El militar cubre al igual que el príncipe las guardias de 24 horas del Escuadrón C 22. El grupo ha comprado incluso tazas con imágenes muy kitsch, y le sirven a Guillermo el té en ellas. "Le tomamos el pelo, eso forma parte del día a día. Y él no tiene ningún problema en responder".
En uno de los sofás de la base también hay un cojín con la foto de los prometidos, como burla sobre la boda. Iain Wright, jefe de Guillermo, explica que allí todos son como una familia. "Guillermo es tratado como el resto. Además él lo quiere así".
El grupo come y duerme en el cuartel. Cuando no hay nada que hacer ven televisión. "A veces Guillermo aparece en la tele y a la vez está aquí con nosotros", señala Bunn. "Entonces nos burlamos por ejemplo de lo que lleva puesto".
También hablan de cualquier tema, como fútbol. "A veces nos cuenta chismes, si puede. Eso es para nosotros siempre muy interesante, porque nos permite hacernos una idea de su vida". Los militares hacen vuelos de cuatro personas, el piloto, el copiloto, un auxiliar médico y un especialista en conexiones de radio y radares. "Es un trabajo muy peligroso", asegura Keith Best, que suele volar a menudo con Guillermo. Pero es muy satisfactorio. "Uno sabe que está haciendo algo bueno".
Guillermo ha estado en 15 misiones, salvó a un montañista que había sufrido un ataque cardíaco en medio de muy malas condiciones climáticas y llevó al hospital a un trabajador de una plataforma petrolera que estaba al borde de la muerte. "Hasta ahora todas las misiones en las que participó salieron bien", señala Wright.
En la propia ceremonia Guillermo tendrá cerca también el humor de sus compañeros, ya que varios están invitados al enlance en la Abadía de Westminster el 29 de abril. Para el resto habrá una gran fiesta con transmisión en directo en el hangar.
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