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La tierra, refugio para jóvenes inversores

  • La crisis inmobiliaria detiene la especulación, aunque el suelo agrícola sigue muy caro al funcionar como alternativa frente a la volatilidad de otros mercados.

La crisis inmobiliaria ha tenido dos efectos positivos para el sector de los subtropicales: ha detenido las operaciones especulativas y ha devuelto a los jóvenes al campo.

Las tierras agrícolas son todavía tan caras que sus precios no se justifican por la rentabilidad de las cosechas, pero ya no se producen aquellos pelotazos alimentados por las expectativas de una inmediata recalificación urbanística. La hectárea se vende entre 80.000 y 180.000 euros, dependiendo de su localización, garantías de suministro de agua, si tiene árboles en plena producción o si, al menos, está adaptada. Recuperar una inversión de este calibre solo con la producción de aguacates o mangos es prácticamente imposible.

En la actualidad, el inversor trata estas tierra como un valor refugio para huir de la volatilidad de los mercados financieros y bursátiles con el atractivo añadido de conseguir cosechas bien valoradas.

El segundo y principal beneficio que ha reportado la crisis inmobiliaria ha sido la vuelta de los jóvenes a la agricultura. “La edad media era muy alta porque los jóvenes habían abandonado atraídos por la construcción y el negocio inmobiliario que ofrecía mayores rentabilidades. Ahora han vuelto, han plantado terrenos que antes estaban abandonado, las fincas están mejor cultivadas y la rentabilidad ha mejorado”, apunta Enrique Colilles.

El primer impacto de este fenómeno lo han registrado los viveros de la Axarquía que tienen lista de espera de meses para conseguir plantas de aguacates y mangos. Antonio Guirado, de la empresa Brocaw, una de las pioneras del sector, afirma que tiene vendida la producción de plantones de aguacate hasta junio de 2016 y la de mango hasta abril.

En este sentido, indica que los agricultores están empezando a renovar las primeras plantaciones de aguacates que se hicieron en la comarca de la Axarquía para sustituirlos por variedades más productivas (la rentabilidad puede mejorar hasta un 20%) y resistentes a hongos.

No obstante, el mercado de Brocaw no se limita a España, sino que alcanza también el sur de Portugal y Oriente Medio a través de un distribuidor radicado en Líbano. Esta es una de las muestras más evidentes del vigor que exhibe el sector y de la posición de liderazgo que ostenta la comarca. “No paramos en todo el año. Antes había actividad tres meses al año, ahora hemos roto la temporalidad”, confirma Enrique Colilles, gerente de la cooperativa Trops, que tiene en proyecto la apertura de instalaciones en Coín y Estepona y, a medio plazo, en Portugal.

Las empresas comercializadoras no solo se ocupan de la producción nacional, sino que una vez que concluye la campaña importan frutas de otros países para ocuparse su preparación y venta en Europa. “Los clientes nos prefieren a nosotros porque somos especialistas. Aquí no pasa como en otros productos en los que son empresas francesas u holandesas las que se quedan con el valor añadido de la comercialización”, subraya.

La provincia de Málaga concentra el 65% de la producción de aguacate (el 30% se localiza en la Costa de Granada y el resto en puntos aislados del Levante o las islas Canarias). La producción de mango, en cambio, se localiza fundamentalmentalmente en la provincia de Málaga. 

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