La democracia que nos ofrecen parece endeble. Una especie de pasapuré que lo tritura todo si no es del gusto del que manda.

La nueva normalidad es ver su cara de cemento ante la discordancia entre lo dicho y lo que dejan hecho.

El sanchismo calla y abriga, no al rey que la Constitución protege, sino al revolucionario que intenta sembrar con la discordia real.

Somos muchos los españoles que nos negamos a jugar a lo que proponen Pedro y Pablo.

Lo que realmente ansía el sanchipablismo gobernante es someter la independencia de la Justicia.

Con lo ágil y populista que estuvo Sánchez para permitir atracar al Aquarius y hoy no es capaz de ir a Arguineguín.

Con lo ágil y populista que estuvo Sánchez para permitir atracar al Aquarius y hoy no es capaz de ir a Arguineguín.

Ha impuesto el sentido ideológico unitario sin dar oportunidad a la sana y necesaria discrepancia.

El 'sanchismo' es una amenaza, un constante imperio del monólogo presidencial y del marketing 'pedrista'.

Han votado a favor y sin sonrojo, de ser declarados inservibles para los próximos seis meses.