La política tiene problemas muy graves y la solución no puede venir de una postura extremista.

Todas reclaman ser la izquierda verdadera y todas acusan a las otras de crear gobiernos de derechas.

Si la cosa está entre ser tonto o populista, me quedo más satisfecho con ser populista.

Aunque caigan todos los velos, al final siempre queda en pie el gran tabú, la religión.

Sabe llevar los proyectos a buen puerto, máxime si va de la mano de Seguí, que está en estado de gracia.

En las redes sociales hay gente normal, opinando libremente y ofreciendo una imagen de su realidad.

Lo peor es que nos hayan robado estos años la ilusión. Uno se recupera de un sablazo, no de la decepción.

Ya empieza a parecer que el maldito príncipe va a tardar más que el pleno empleo.

Deberíamos ponerle nombre propio a las actuaciones polémicas para queden ligadas al de sus promotores.

Nada es por siempre lo que era, pero uno se pregunta si alguien tiene idea de lo que quiere que este barrio sea.