SENTENCIA LA MANADA

El juez encarceló al miembro de la Manada por el riesgo de fuga y por usar su coche como "medio peligroso"

  • Ángel Boza lanzó su coche "con auténtica violencia" contra un vigilante "para consumar el hecho delictivo"

  • Le imputan un delito de robo violento, que puede conllevar una condena de hasta 5 años de cárcel

Ángel Boza, en los juzgados.

Ángel Boza, en los juzgados. / EFE

El miembro de La Manada Ángel Boza Florido, acusado de robar unas gafas valoradas en 148 euros, fue enviado a prisión por el riesgo de fuga, por la condena de hasta cinco años de cárcel que puede corresponderle y porque utilizó un “medio peligroso” como es un coche para consumar su robo y agredir al vigilante de seguridad que intentó interceptarle.

El auto de prisión del juzgado de Instrucción número 16 de Sevilla, al que ha tenido acceso este periódico, sostiene que Boza utilizó su coche “con auténtica violencia” contra el vigilante que le interceptó.

Tras robar las gafas en El Corte Inglés de la plaza del Duque de Sevilla, intentó huir del aparcamiento subterráneo en su coche y al ser interceptado por dos vigilantes  “aceleró violentamente, dio un volantazo, llegó a invadir el carril contrario del parking” e impactó en el costado del cuerpo del vigilante, ocasionándole lesiones. La forma en que ocurrieron los hechos permite calificarlos “indudablemente como un robo violento”, con una pena aparejada de entre dos y cinco años de cárcel, dice el juez.

Teniendo en cuenta que sobre él pesa otra condena de nueve años de cárcel por un delito continuado de abuso sexual con prevalimiento a una joven en los Sanfermines, “existe un peligro cierto de elusión de la acción de la justicia” en caso de dejarlo libre, dice el juez Juan Gutiérrez Casillas en su auto de prisión.

La Policía retiene el coche de Boza tras su detención.

En este caso “concurren todos los supuestos para decretar la prisión provisional”, entre ellos que fue solicitada por el fiscal y que el delito investigado conlleve una pena superior a los tres años de cárcel.

En Ángel Boza concurre además la “reiteración delictiva”: no es  un delincuente primario y tiene antecedentes penales por delitos contra la propiedad. “Existe un peligro cierto de elusión de la acción de la justicia” por la “sucesiva concatenación de asuntos que penden sobre el aquí detenido”, dice el juez en referencia a la condena a los cinco miembros de La Manada. Por este caso se encuentra desde el 21 de junio en libertad provisional por orden de la Audiencia de Navarra.

El robo ocurrió sobre las 19:15 horas del pasado 1 de agosto. Boza fue observado por vigilantes de El Corte Inglés a través del sistema de videovigilancia cuando se apoderaba en el departamento de Óptica de unas gafas de sol marca Oakley. Les arrancó la alarma antihurto y las ocultó bajo un pantalón corto que vestía. Explica el juez que “al efecto de lograr su propósito intentó causar confusión dejando sus propias gafas de sol en un expositor”.

Tras subirse a su coche, Boza salió por la rampa del aparcamiento hacia la plaza de la Gavidia, lugar donde un vigilante se dirigió a él a través de la ventanilla para que se detuviera, a lo que “hizo caso omiso”, aceleró “violentamente, dio un volantazo, llegó a invadir el carril contrario del parking” e impactó en el costado del vigilante.

Este guarda sufrió una contusión en la pared abdominal de la que fue asistido en el Hospital Sagrado Corazón con diagnóstico de “lesiones leves salvo complicación, pendiente de sanidad forense”. Un segundo vigilante se colocó delante del turismo con la finalidad de que  detuviera su marcha. Entonces Boza no sólo no se detuvo sino que “al contrario, continuó la misma obligando a este vigilante a esquivarlo, si bien también fue golpeado” aunque no sufrió lesiones.

Boza fue interceptado poco después en la Ronda Histórica de Sevilla por la Policía Local de Sevilla con las gafas de sol descritas en su poder.

Sobre el uso de un vehículo a motor como arma, el juez dice que Boza “pretendía consumar la sustracción de un bien incluso con la utilización de violencia y de un objeto en sí peligroso”, con  “desprecio a la integridad física” del agredido.

La prisión provisional “también queda motivada por la peligrosidad en sí del encartado, que hace verosímil hechos ilícitos punibles futuros ante la existencia de antecedentes penales por diversos delitos”.

Por último, el auto de prisión alude a la necesidad de “garantizar y salvaguardar la integridad de los perjudicados. Existen lesionados-perjudicados-testigos en esta causa perfectamente identificables cuya seguridad e integridad debe ser también tenida en cuenta para la  adopción de la medida”. 

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