La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

El juego de tronos de Musk

El tablero mediático está que arde: ¿el jefe de Tesla como salvador de la libertad de expresión?

Montaje de Elon Musk mirando el logo de Twitter

Montaje de Elon Musk mirando el logo de Twitter

El principal accionista del grupo Prisa, dueño de El País, el diario As o la Ser, es un fondo de inversión (Amber Capital), el magnate mexicano Carlos Slim se regaló hace unos años un paquete de acciones en The New York Times y el dueño de Amazon, Jeff Bezos, se dio el capricho en 2013 de comprarse el Washington Post por 250 millones de dólares. Una cifra casi irrisoria si la comparamos con los 44.000 millones que va a desembolsar su colega de la lista Forbes Elon Musk, el de Tesla y SpaceX, para tomar el control absoluto de Twitter.

Un año antes de la pandemia, Disney ya se convirtió en el mayor conglomerado de comunicación del mundo haciendo operaciones con el siempre controvertido y escurridizo Rupert Murdoch: el amigo de Donald Trump, el del espionaje a la reina de Inglaterra, el que tuvo que cerrar News of the World. De la factoría de sueños más rentable de la historia a una de las operaciones más inesperadas de Hollywood; del emporio de los parques temáticos a marcar la agenda de la Casa Blanca desde dos de las cadenas líderes en USA: la ABC y la Fox. Se las tuvo que ver con Comcast pero ganó. Quedarse con la 21 Century Fox le terminó costando 71.300 millones.

Berlusconi anunció hace unos días que está pensando en lanzar una opa contra Mediaset para crear un gran grupo de comunicación paneuropeo, Amazon hace tiempo que dio el salto del comercio electrónico al sector audiovisual con Amazon Prime y la compra de Twitch y el ex presidente norteamericano lleva meses gestando su propia red social (Truth Social) para contrarrestar que la plataforma del pájaro azul de Jack Dorsey, el ágora de debate periodístico y político por excelencia con 217 millones de usuarios al día, lo expulsara por incitar al odio y mentir.

Son sólo los últimos movimientos de un culebrón mediático donde ya no hay líneas rojas; donde la información ocupa cada vez un papel más residual y donde hemos derribado las fronteras entre lo real y lo virtual (Zuckerberg con Meta aún no ha descubierto todas sus cartas). La operación del multimillonario Musk, el hombre más rico del planeta, acapara tuits, titulares y análisis apocalípticos pero no deja de ser una salida más en el juego de tronos en que se ha convertido el mundo de las redes sociales y la comunicación. Lo paradójico de la operación es que el jefe de Tesla se haya presentado como un Quijote queriendo salvar la "libertad de expresión". No nos dejemos confundir: son negocios, operaciones financieras, dinero. El periodismo, la libertad de prensa, es otra cosa.

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