Ni yates ni lujo, este rincón singular de Málaga es del siglo II y es el mejor momento para visitarlo y descubrirlo
Entre Marbella y Estepona se esconde uno de los tesoros romanos mejor conservados de la Costa del Sol
Las Termas de Las Bóvedas, en San Pedro de Alcántara, revelan la huella del Imperio romano junto al Mediterráneo
Un viaje en el tiempo a la antigua Cilniana, donde los romanos disfrutaban del lujo del agua y la piedra
La provincia de Málaga es sinónimo de playas, mar y modernidad, pero en uno de sus rincones más conocidos, San Pedro de Alcántara, se esconde un tesoro que poco tiene que ver con el lujo contemporáneo de Marbella. Allí, donde el Mediterráneo se encuentra con la historia, se alzan las Termas de Las Bóvedas, un conjunto arqueológico romano que conserva casi intacto el esplendor de hace más de diecisiete siglos. Octubre es uno de los momentos más adecuados para recorrer este espacio patrimonial único, cuando el clima suave permite disfrutar con calma de la riqueza histórica y arquitectónica que encierra.
Las Termas de Las Bóvedas se levantan en el margen derecho de la desembocadura del río Guadalmina, en un entorno que combina paisaje costero y memoria histórica. Este conjunto termal, datado en el siglo III d.C., constituye uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura balnearia romana en el sur de la península ibérica. Su descubrimiento en 1926 reveló la magnitud de un edificio que, según los especialistas, formaría parte de la antigua ciudad romana de Cilniana, una urbe de la que apenas quedan vestigios pero que tuvo un papel relevante en las rutas comerciales del Mediterráneo.
El enclave se sitúa en una zona estratégica, próxima al litoral y a otras construcciones de interés histórico, como la torre vigía de Las Bóvedas, levantada en el siglo XVI como defensa frente a las incursiones piratas, o las piletas de salazón, utilizadas para elaborar el famoso garum, una salsa muy apreciada en el mundo romano. Este entorno arqueológico refleja la continuidad de la ocupación humana en el litoral malagueño durante más de mil años, uniendo en un mismo punto vestigios de distintas civilizaciones.
Una joya arquitectónica de dos milenios de antigüedad
El edificio principal de las termas combina diferentes técnicas constructivas que muestran la maestría de los ingenieros romanos. Entre ellas destacan el opus latericium, basado en el uso de ladrillos compactados con mortero de cal, y el opus incertum, formado por sillares irregulares perfectamente encajados. Estas técnicas aportaban solidez y durabilidad, razón por la cual parte de las bóvedas y dos niveles de altura del conjunto se conservan todavía en pie.
La planta del edificio gira en torno a una sala central octogonal, un diseño que no solo respondía a criterios funcionales, sino también estéticos y simbólicos. Desde este núcleo partían diversas estancias interconectadas que albergaban los distintos espacios termales —el frigidarium, el tepidarium y el caldarium—, cada uno destinado a un tipo de baño específico dentro del ritual romano. En el extremo oriental del edificio aún se aprecian los restos del sistema de calefacción subterráneo, con hornos y canales por donde circulaba el aire caliente, una muestra del ingenio técnico de la época.
Parte del pavimento original se mantiene visible, con fragmentos de mosaicos formados por grandes teselas que sugieren el refinamiento y el nivel social de los usuarios de este complejo. No se trataba solo de un espacio para la higiene, sino también de un lugar de encuentro social y cultural, donde los ciudadanos romanos conversaban, negociaban o disfrutaban del ocio en comunidad.
Materiales del Torcal y el arte de construir con piedra
Uno de los aspectos más singulares de las Termas de Las Bóvedas es el empleo de caliza oolítica procedente del Torcal de Antequera, una roca de textura y tonalidad únicas que era muy valorada en la época por su resistencia y belleza. Este material se utilizó para crear un sistema de suelos elevados en determinadas áreas, reproduciendo la forma octogonal del espacio central y mejorando la distribución del calor. El uso de esta piedra, transportada desde el interior de la provincia, demuestra la importancia de las rutas comerciales y la organización logística del Imperio romano en el sur de Hispania.
La elección de materiales y el cuidado diseño interior indican que las termas de San Pedro de Alcántara no solo cumplían una función práctica, sino también estética. La armonía arquitectónica, los mosaicos, los espacios abovedados y la combinación de luz y sombra en su interior hacen de este conjunto un testimonio excepcional del modo de vida romano.
Un conjunto arqueológico de gran valor histórico
Junto al edificio termal, el área arqueológica conserva otras estructuras que completan la comprensión del asentamiento. Entre ellas destaca una piscina de agua fría situada al norte del complejo, vinculada al ciclo termal que culminaba con un baño revitalizante. Estos recorridos eran considerados saludables y tenían un significado social profundo, reflejo de una cultura que entendía el bienestar físico y espiritual como parte de la vida cotidiana.
Hoy, las Termas de Las Bóvedas representan uno de los enclaves más notables del patrimonio romano de Málaga. Su conservación permite comprender la magnitud de la presencia romana en la Costa del Sol, un pasado que aún se percibe en los restos de piedra, en las bóvedas que les dan nombre y en la quietud del entorno costero que las rodea.
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