Málaga

Los Bomberos salen una media de tres veces al día a apagar las gamberradas

  • Un estudio señala que el gasto por las intervenciones del servicio de extinción de incendios se sitúa en 185.000 euros

La quema de un contenedor podría parecer una acto vandálico de baja incidencia social, pero detrás de cada uno de estos incidentes se oculta, además de los inconvenientes no cuantificables que se crea a la ciudadanía, un gasto económico para Limasa que supera los 300.000 euros anuales y la ocupación de los servicios de extinción de incendios, que llegan a emplear 800.000 litros de agua en estas intervenciones.

El trabajo objeto de estudio en esta información refleja que en la capital, y durante el periodo de investigación, se quemaron 930 contenedores, lo que representa una media de 2,55 al día. En cada una de estas intervenciones se envió una dotación del Real Cuerpo de Bomberos compuesta por un vehículo con un conductor, un mando y tres bomberos, que emplean una media de 27 minutos para sofocar el incendio y que emplean para ello 850 litros de agua.

Los datos aportados por la empresa Limasa especifican que los contenedores afectados son 788. El autor aclara que este desfase se produce porque la compañía municipal únicamente cuantifica como quemados los recipientes de residuos que debe cambiar.

El coste económico de estas intervenciones han sido calculados en base a la ordenanza municipal sobre tasas y se sitúa en torno a los 140.000 euros.

Estos servicios de Bomberos, que podrían considerarse nimios, influyen en el resto del trabajo, ya que son unidades que están ocupadas para apoyar en otros de mayor calado. La carga de trabajo que suponen superan las 430 horas anuales y "la capacidad de reacción frente a siniestros más graves se ve disminuida a la mitad en algunos parques de la ciudad". "En el caso de la Policía, se puede considerar que la carga de trabajo es similar, ya que normalmente acuden a todos estos incidentes, bien porque son requeridos en un primer momento o porque acuden de apoyo. Otro aspecto es que deben abandonar sus tareas de patrulla para acudir a estos siniestros, con lo cual debemos considerar la posibilidad de que algún individuo pueda originar estos incendios como maniobra de distracción para las fuerzas de seguridad".

Un aspecto no cuantificable es el relativo "a la degradación de determinadas zonas o barrios que sufren con relativa frecuencia este tipo de incendios, aumentando el sentimiento de inseguridad. Si los servicios de limpieza tardan en reponer el material, los residuos quedan esparcidos en la calle, la gente tiene miedo de dejar el coche en la vía pública o cerca de un contenedor, puede generar desconfiaza y rencillas no justificadas entre vecinos y toda una serie de problemas que pueden influir de forma negativa en la convivencia de un vecindario".

Sobre las consecuencias medioambientales, el autor señala que hay que incluir la libre combustión de los residuos y especifica que, dentro del casco urbano, "las zonas verdes que se ven afectadas por estos incendios son de bajo coste ecológico". Además, destaca las sustancias que se vierten al alcantarillado público mezcladas con el agua que se empleó en la extinción de las llamas y la gran cantidad de litros que hay que emplear para ello.

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