Málaga

Borrell apunta que Europa solo sobrevivirá a la globalización unida

  • El ex presidente del Parlamento Europeo afirma que las fuerzas que construyeron la UE ya no son válidas

La necesidad de promover la paz en Europa, después de una guerra que había costado 50 millones de vidas, la amenaza de la extinta Unión Soviética, la reunificación de Alemania y la necesidad de aproximar a los países del Éstas fueron las cuatro fuerzas que según Josep Borrell, ex ministro socialista y ex presidente del Parlamento Europeo, promovieron la unidad europea. Sin embargo, ahora, con estos cuatro objetivos cumplidos y asentados en la sociedad, Europa aparece en el imaginario colectivo no como el hada que ha dado los mejores 30 años de la historia moderna de un país como España, sino como la madrastra responsable de los recortes y de las devaluaciones salariales. Borrell, que recordó que no son los tecnócratas de Bruselas los que deciden esas políticas sino cada estado miembro, defendió ayer en Málaga que la Unión Europea es cuando menos tan necesaria como antes para salir airosos de la globalización.

"Tenemos que hacer frente a un mundo globalizado que no existía cuando se creó la Unión Europea. Nuestro mundo no tiene nada que ver con el del Tratado de Roma", indicó en alusión a unas relaciones marcadas por el patrón dólar, la fluctuación de las divisas y la política de bloques Este/Eeste. "Hoy nuestro mundo es global, interactivo e inestable, y Europa tiene que saber sobrevivir". El reto, de acuerdo con su perspectiva es "hacer frente a la globalización" y buscar el lugar y el peso en un escenario orientado hacia el Pacífico y Asia.

El ex ministro de Obras Públicas y presidente del Parlamento Europeo entre 2004 y 2007, recuperado por el candidato socialista Pedro Sánchez en las últimas elecciones, clausuró ayer en Málaga el curso Europa, entre la integración y la desintegración, de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), con una conferencia titulada ¿Quo vadis, Europa? En su intervención afirmó que los diferentes países europeos sólo podrán tener peso en el contexto internacional si están unidos. "Después de la II Guerra Mundial el 25% de la población mundial era europea, ahora supone el 7%", indicó para a continuación poner el foco en uno solo de los nuevos desafíos: África. En la posguerra la proporción entre la población europea y africana era uno a 0,5, ahora hay dos ciudadanos africanos por cada europeo y a corto plazo serán dos ciudadanos de África por uno de Europa. Es decir, frente a 500 millones de europeos, habrá 2.500 millones de africanos. El Mediterráneo es en la actualidad la frontera del mundo que registra mayor desigualdad tanto en renta, como en edad y población. "No existe ninguna otra frontera tan desigual y esa distancia no dejará de crecer", puntualizó, llamando la atención por que no se le preste la debida atención a este eje de desequilibrio. Precisó que la población de la orilla norte tiene de media 55 años y seis veces más renta per cápita que la del sur, donde el promedio de edad está en 25 años. "No habrá muro ni país que en solitario puede arreglar esa enorme presión migratoria".

El segundo reto que desde su punto de vista solo se puede afrontar desde la unidad europea es la pérdida de capacidad de innovación frente a Estados Unidos y Asia. "Individualmente nadie pinta nada", dijo, para proponer más integración y más cesión de soberanía. En este sentido cree que ha llegado el momento de dar el paso de la política fiscal común, a pesar de los crecientes movimientos en dirección opuesta, hacia la desintegración, la vuelta al "viejo estado nación" y más allá, dado el empuje de las fuerzas centrífugas en España, "Cataluña es un gravísimo problema", dijo, pero también en Alemania, Italia, Bélgica o el Reino Unido.

Para Borrell la rica y prolija historia y cultura europea juegan a la contra. "Tenemos identidades demasiado marcadas por la historia y conflictos históricos que se acomodan mal al proyecto político de la unión". En cierta medida, también reprochó falta de capacidad de las instituciones europeas para reaccionar frente a los desafíos y las crisis, porque están atadas de manos por los estados miembros. El ejemplo más claro ha sido el euro. "Fue un invento mal diseñado" dijo y confesó haber sido corresponsable del error. "Hasta 2008 todo fueron cánticos", porque las fisuras de esa arquitectura no fueron visibles hasta que se desató la crisis. "Europa solo reacciona cuando tiene el agua sobre la nariz". Con la crisis financiera "no respondió bien. Lo hizo tarde". El exministro, que también fue secretario de Estado de Economía, recordó que en 2012 Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, pronunció el "abracadabra" y detuvo la crisis del euro al día siguiente de decir que haría lo que fuese necesario para salvarlo. "¿Por qué no lo dijo en 2010 Jean Claude Trichet [entonces presidente del Banco Central Europeo]?". "Porque no lo dejaron. Si lo hubiera hecho se habría acabado crisis o, al menos, hubiera sido muy diferente".

Para Borrell, Europa es un edificio que necesita ya ser "reparado y reconstruido" para hacer frente a los nuevos tiempos.

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