Territorio Comanche | Opinión

Camino de ida

  • La despoblación sigue copando informes y comarcas como la Serranía de Ronda y la Axarquía figuran a la cabeza de estos por una sangría permanente

Dos vecinas por las calles de Benaoján.

Dos vecinas por las calles de Benaoján. / Javier Flores

En la dinámica, turística, prospera y resiliente provincia de Málaga tenemos serios problemas de despoblamiento. A muy pocos kilómetros de un litoral desarrollado y referencia mundial por lo que al turismo se refiere, hay indicadores de abandono del territorio, como si aquel ejerciera de un factor atractor de tal calibre que condenase a su periferia. Y mucho debe haber de cierto en esto cuando el propio presidente de la Diputación Provincial tiene que alertar una y otra vez de los riesgos que supone el turismo de masas que, naturalmente, se concentra en la costa. Morir de éxito, lo llamarían otros.

La despoblación sigue copando informes y rankings provinciales, y comarcas como la Serranía de Ronda y la Axarquía figuran a la cabeza de estos, como consecuencia de una sangría permanente a lo largo de las últimas décadas. En la Serranía de Ronda se ubican 13 de los 21 municipios que han sido elevados a una situación extrema por la pérdida de habitantes, mientras que en la Axarquía mas del 20% de los municipios se encuentran en esta dinámica.

Esto es la consecuencia de un proceso que se inició probablemente en los años del desarrollismo del pasado siglo, cuando los jóvenes empezaron a abandonar los pueblos del interior como consecuencia de lo que se denominó el boom del turismo, con todo lo que llevo aparejado en cuanto a desarrollo urbanístico. En principio se trató de lo que en demografía se conoce como un movimiento pendular de la población, proceso por el que los trabajadores se mueven periódicamente desde el lugar de residencia al de trabajo. Y así hasta que estos establecieron su vida familiar en el lugar de trabajo. Este fue un proceso común en la Málaga finisecular. Pero no terminaba ahí, sino que algunos años posteriores, eran los abuelos ya solos en el lugar de origen, los que abandonaban este para irse a vivir con sus hijos y nietos. Este relato aislado que no deja de parecer un capitulo de las crónicas de un pueblo, ha sido uno de los ejes que ha vertebrado la dinámica demográfica reciente de la provincia, hasta el punto de que se ha convertido en un unívoco camino de ida.

La expansión del litoral ha ido minimizando en lo cotidiano, paralelamente, el papel de los pueblos del interior, que tienen en su mayoría carencias en comunicaciones, en la prestación de los servicios sanitarios, educativos, asistenciales, bancarios o de correos, entre otros, y que constituyen la retahíla de problemas que hay que resolver si es que realmente se pretende controlar la hemorragia demográfica que padecen estas áreas.

Sin embargo, este proceso de despoblamiento puede ser reversible si se actúa mediante unos criterios territoriales adecuados que permitan la ordenación del territorio provincial, que garantice la igualdad de calidad de servicios recibidos por toda la ciudadanía con independencia de donde resida, lo que vendría a suponer la igualdad de oportunidades de la población.

Esto no tiene por qué suponer la multiplicidad de servicios, sean educacionales, asistenciales, sociales o sanitarios, sino el acceso a estos en los mismos tiempos en los que se podría acceder en ámbitos urbanos. Se trata de definir dentro del ámbito provincial “unidades territoriales funcionales” que podrían compartir servicios entre municipios cercanos, algunos de los que podrían ser compartidos con municipios colindantes de provincias vecinas. Se trataría de toda una serie de municipios que se sitúan entre ellos dentro de las denominadas isócronas I15 e I30, mínimos estándares en la aplicación de los planes de emergencia. Genalguacil, Jubrique, Algatocín y Benarrabá.

Alpandeire, Faraján, Júzcar, Cartajima y Parauta. Sierra Yeguas, Fuente Piedra, Alameda, Humilladero, Mollina, Los Corrales, Pedrera, Gilena, y la Roda. Cuevas Bajas, Cuevas de San Marcos, Rute, Encinas Reales y Benamejí. Yunquera, Tolox, Casarabonela, Alozaina y El Burgo. Alfarnate, Alfarnatejo, Periana, Ventas de Zafarraya y Zafarraya. Benamargosa, Cútar, El Borge y Almáchar. Estas 37 entidades, se podrían concretar en siete unidades territoriales Funcionales, compartiendo servicios de calidad.

Aún así, seguirán quedando dos grandes asignaturas pendientes, de un lado, el adecentamiento y adecuación de la red viaria provincial a estándares de calidad y seguridad vial. Esto debe ser básico en el marco del Plan de Recuperación y Resiliencia. De otro lado, el incremento de la conectividad, puesto que como se ha demostrado en los tiempos postCovid, es una cuestión clave que permitirá a la población teletrabajar y estar conectada en red desde cualquier punto y con cualquier punto, revalorizando los aspectos cualitativos ambientales de la provincia, que son múltiples.

Para evitar vulnerabilidades y riesgos, debería ser imprescindible otorgar al interior ese papel de fuente de recursos, de estabilizador de empleo y equilibrio territorial, así como adecuar el turismo a unas nuevas condiciones en las que deberían prevalecer los aspectos cualitativos sobre los cuantitativos. Mientras tanto, seguimos planteando la construcción de autovías metropolitanas, terceras, cuartas y quintas rondas, y mirando al dedo en vez de hacia donde indica, aunque el problema continúe en la dinámica de despoblación del interior. Y ese es el gran reto provincial, porque solo así podremos garantizar el camino de vuelta de la población en estas áreas despobladas, pero seguimos pretendiendo soplar y sorber a la vez...

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios