Málaga

Clases en ucraniano para conservar intactas las raíces

  • El colegio Eduardo Ocón recibe los sábados más de medio centenar de alumnos

Desde que comenzó el curso escolar las mañanas de los sábados en el colegio Eduardo Ocón, en Huelin, también están abiertas al aprendizaje. Un grupo de entre 55 y 60 niños ucranianos de todas las edades, desde cinco hasta 16 años, asisten a clases en su lengua materna. Y lo hacen con un doble objetivo, preservar sus raíces y cursar estudios reglados que serán reconocidos con un título oficial del Ministerio de Educación de su país de origen. Estas clases, promovidas por la Asociación de Ucranianos de Málaga, también acogen a futuros padres adoptantes y a familias con niños en acogida a los que se les ofrece nociones básicas del idioma.

Conocimiento del medio, Matemáticas, Historia de Ucrania y hasta Inglés, sin olvidar Gramática. Todo se imparte en ucraniano, desde el primer saludo hasta la despedida. Los alumnos, atentos, vuelven a dar algunos de los contenidos que ya aprendieron en sus respectivos centros en Málaga. Pero también hay aportaciones nuevas. "Les decimos que si no conocen su historia no podrán construir un buen futuro", comenta la presidenta de la asociación, Susana Voychyshyna.

De ella misma y de un grupo de madres ucranianas surgió la idea de estas clases hace unos tres años y medio. "Empezamos con cuatro niños y nos reuníamos en los locales sociales de Cristo Rey, los domingos después de nuestra misa", explica Susana. Pero vieron que eran necesarias más horas, más dedicación y hablaron con Miguel Mellado, director del Eduardo Ocón, "que nos abrió las puertas sin problemas". Ahora ya son seis grupos de unos diez alumnos cada uno y cuentan con siete profesoras que se dividen por niveles. Las clases son de 10:00 a 14:00 y a ellas vienen niños de toda la provincia. A media mañana, en el descanso, corretean por el patio.

Katerina Kostromina tiene 16 años y lleva casi dos en Málaga. Aunque aún tiene dificultades con el español, se ha integrado a la perfección en su centro Isaac Peral. "Me gusta mi lengua y estudiar las asignaturas en ucraniano", asegura. La misma opinión comparte Julia Voychyshyna, la hija de Susana. Ella es alumna del Eduardo Ocón. "En casa hablamos en ucraniano y vemos películas en ruso, pero me gusta estar con compañeras que hablen mi idioma", comenta tímidamente Julia, que echa mucho de menos la nieve de su país, sobre todo en Navidad. A Yolanda, que lleva cuatro años en España, casi se le ha olvidado hablar ucraniano y por eso está inscrita en el programa.

Natalia Petrunyak es la directora del grupo de profesorado. "Se imparte la misma enseñanza oficial de Ucrania y estos estudios se convalidan si vuelven al país". La experiencia implantada en este centro parece tremendamente positiva y está abierta a todo el que lo desee, sea ucraniano o no. "La verdad es que suelen ser alumnos que ponen mucho interés y un gran esfuerzo por aprender, son aplicados y traen una educación muy importante desde casa", confiesa orgulloso Miguel Mellado.

Y como no todo está en los libros, las profesoras también se encargan de profundizar en las costumbres y tradiciones del país. Traen dulces típicos, enseñan bailes regionales, celebran las fiestas patronales y cantan canciones populares. Un trocito de Ucrania se queda cada sábado en Huelin.

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