Territorio Comanche | Opinión

Confundir sequía con escasez

  • Málaga depende de unos recursos hídricos menguantes e inciertos, tanto en su distribución como en su duración e intensidad

El pantano de La Viñuela.

El pantano de La Viñuela. / M. H.

Los embalses de la provincia de Málaga están al 39% de su capacidad, lo que en principio no debería resultar alarmante dado que estamos en la época previa al primer umbral pluviométrico post-estío. La distribución de estos embalses en función de su capacidad y demanda si que resulta algo mas preocupante, con Guadalhorce, Conde de Guadalhorce y La Viñuela, por debajo del 30% de su capacidad, mientras que solo el embalse del Guadalteba rebasa el 50% de la misma.

La aportación para riego agrícola en la Axarquía se reducirá un tercio, según ha propuesto el comité de recursos hídricos de Málaga, dependiente de la Junta de Andalucía, ante la sequía en la que se encuentra el área contribuyente del embalse de La Viñuela. Pero si analizamos la evolución pluviométrica de los últimos años, parece que nos hemos quedado atrapados en la escasez de agua, aunque llueva con normalidad. De hecho, salvo en la Axarquía, en el sur de España, el ultimo año hidrológico ha contado con precipitaciones por encima de la media histórica, del promedio del último lustro y de la década y, sin embargo, el consumo ha dejado las reservas en los mínimos de los últimos diez años: por debajo del 40% de la capacidad.

Esto nos lleva sin genero a dudas al concepto de escasez hídrica, no de sequía. En el sur de España solo la zona del río Guadiaro (entre Málaga y Cádiz) y Fuente de Piedra atraviesan sequía. Pero hay declarada escasez grave en el Levante almeriense y en la Axarquía malagueña, más otras cuatro zonas que están con falta severa o moderada de recursos. Ahí radica gran parte de la controversia, en que no hay una definición de sequía universalmente aceptada, pues difiere de un lugar a otro, e incluso en la misma fachada mediterránea española, cada organismo de cuenca, cada usuario del agua, por entendernos, tiene su propia concepción.

Para el ámbito que nos ocupa, conviene distinguir entre sequía, aridez (característica climática permanente) y escasez (ligado al nivel de demanda de agua existente en la zona), puesto que un territorio puede padecer una anomalía meteorológica, que llueva menos de lo normal en la época de lluvias, pero no necesariamente debe suponer que está iniciando una fase de sequía hidrológica, por incapacidad para abastecer la demanda de recursos hídricos. Mientras que la sequía hemos de entenderla como una anomalía temporal, la escasez es una situación permanente de déficit en relación con la demanda de agua, y debe diferenciarse de la aridez, que es una situación estructural de un área y por tanto permanente. Aún en estas circunstancias no debería haber déficit si los sistemas de explotación estuvieran adecuadamente diseñados y explotados y las demandas se mantuvieran en límites razonables, acordes con las características climáticas del ámbito en cuestión, lo que precisaría de actuaciones planificadas a medio y largo plazo.

Sin embargo, en la provincia de Málaga, rozamos peligrosamente la escasez de recursos, lo que podría llevar a restricciones en el consumo, dado que la demanda, a la menor anomalía pluviométrica que induzca a pensar que estamos ante una sequía -con independencia de su intensidad- excederá los recursos disponibles. ¡Es el desarrollo, amigo! Todo ello derivado del crecimiento y concentración de la población en el litoral, y de la competencia territorial por el uso del agua, bien por la agricultura de regadío, por los subtropicales, o por el turismo. Esto es, dependencia extraordinaria de un recurso extremadamente variable, tanto espacial como temporalmente. Ni se puede conocer cuando se inicia, cuanto dura, ni donde se va a producir. Y una cuestión básica; en un país donde el 73% de la superficie es seca, y con unos recursos cada vez mas escasos, no puede ser que continuamente se pretenda ampliar la superficie regada.

Árboles de mangos en La Axarquía. Árboles de mangos en La Axarquía.

Árboles de mangos en La Axarquía. / M. H.

Toda la arquitectura económica, sociodemográfica y territorial, responsable de que la provincia de Málaga haya salido relativamente airosa de una pandemia, depende de unos recursos hídricos menguantes e inciertos, tanto en su distribución como en su duración e intensidad.

Podríamos llegar a afirmar que es el agua el factor estructurador de la actual economía malagueña, precisamente un recurso por el que existe una tremenda competencia territorial, pero la oferta apenas si ha variado en los últimos 25 años, mientras que la demanda se ha disparado. Se trata de escasez. Cada año pretendemos que venga un millón más de turistas respecto al año pasado, poner en cultivo mas hectáreas de regadío de subtropicales, porque son el oro verde de la Axarquía, mantener una buena agricultura de cercanía en lo que hemos denominado parques agrarios, cada vez mas consistente, y todo eso no se puede hacer sin la optimización de los recursos hídricos existentes, el mantenimiento de la red de infraestructuras, sin una verdadera digitalización del agro que no solo consista en el riego por goteo, como bien saben los agricultores, y sin una red de depuración de aguas basada en el vertido cero-cero...

Sí, el agua ya es el factor limitante de la economía malagueña, y esto no va de traernos el agua de otro sitio, porque probablemente ahí también hará falta. Lo sabemos, todos, quienes lo plantean también, y por eso es imprescindible una ordenación de recursos hídricos, de una vez por todas, que garantice, en el corto y medio plazo, la adecuación entre disponibilidad de recursos y demanda.

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