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“Convertirmos al alumno en el responsable de su aprendizaje”

  • La directora del Colegio Internacional Torrequebrada lidera un cambio de metodología en el que se premia la creatividad, se trabaja por proyectos y se personaliza la experiencia educativa.

El Colegio Internacional Torrequebrada emprende un nuevo rumbo. Su forma de entender la educación pasa por un modelo nuevo que se distancia del tradicional y aboga por otros tiempos y espacios para educar: se retiran los pupitres en primaria, se trabaja por proyectos, se elimina el timbre que separa una asignatura de otra, se diseñan aulas abiertas, se le da valor a la autoevaluación y se integra a alumnos de dos cursos diferentes en el mismo aula. Se personaliza, en definitiva, esa experiencia educativa que debe ser, cómo no, una oportunidad para que los niños y jóvenes descubran quiénes son, en qué mundo viven y cuál es su maravilloso talento. Ése es el objetivo.

Asegura que el sistema tradicional no prepara a los alumnos para ser competitivos y felices y ya ha iniciado el cambio de rumbo metodológico. ¿Cuál ha sido su reflexión?

Si queremos niños y jóvenes alineados, instruidos para encontrar “una única solución” a los problemas, con poca opción de interacción, homogéneos y poco conscientes de su propia identidad para servir mejor al dictado de quien gobierna y toma decisiones por nosotros desde un atril o tarima, seamos coherentes, tan sólo tenemos que darles lo que ya han venido teniendo desde la revolución industrial: pupitres, pizarras, tarimas y una intencionalidad organización de los mismos: en fila, mirando al frente, con un libro que recoge “la verdad absoluta” y un único profesor que lo gestiona. Pero nosotros pensamos que éste es el primer siglo de la historia de la humanidad en el que podemos elegir qué queremos hacer con nuestro mundo y que elegir supone una gran responsabilidad con respecto a uno mismo y a los demás y requiere el desarrollo de otras destrezas. 

 

Esa conclusión le ha empujado al cambio, a una metodología nueva, con aulas sin pupitres, con un trabajo por proyectos, sin un timbre que separe una asignatura de otra y con una experiencia educativa diferente. ¿Cómo se consigue el cambio de rumbo?

Esto se consigue, insisto, en primer lugar, estableciendo un compromiso consciente y coherente por parte de todos, padres y profesores, con la Educación que queremos para nuestros jóvenes y niños y, a partir de ahí, generar de forma muy activa marcos, referentes y oportunidades para que eso suceda en el aula. No existe tal cosa como un “manual” o un “procedimiento” a seguir. Eso corresponde a otras épocas. Ahora, lo que marca la diferencia– y marcará cada vez más-  es la sinergia de personas, seres humanos, que diseñan un itinerario y vinculan sus voluntades para hacer todo lo que esté en su mano conseguirlo. En este preciso momento nosotros utilizamos, entre otros, el enfoque de trabajo por proyectos, “flipped classroom”, Thinking-based learning y evaluación por Rúbricas y Porfolio Personal. Nos importa mucho que los alumnos y alumnas sepan tomar decisiones y sean conscientes de los procesos que han seguido para hacerlo. 

¿Cuáles han sido sus referentes a la hora de hacerlo?

Los referentes han sido muchos. La mayoría experiencias de éxito tanto dentro de España – como el colegio Montserrat en Barcelona_ como fuera (Ressu en Finlandia, Dwight en EEUU, Reggio Emilia en Italia, Geelong en Australia e infinidad de otros que hemos visitado a lo largo de estos años, gracias a nuestros contactos al formar parte de la red de Centros de excelencia que Bachillerato Internacional tiene en el mundo entero), pero también el análisis profundo de los distintos estudios que los mejores pedagogos y estudiosos de la Educación del mundo están llevando a cabo. Gente como David Perkins, Yaakov Hetch, Ken Robinson, Peter Senge y tantos otros que han iniciado una revolución silenciosa pero firme e imparable, cargándonos de razones a la educación para cambiar el sistema.

¿Cuáles son los objetivos que se ha marcado con la implantación de este método? 

El principal objetivo es conseguir que cada alumno tenga un mejor conocimiento de sí mismo (quién soy: mis valores y mis carencias) y del mundo (el contexto, la sociedad y el mundo en el que vivo, on y off line también) y eso requiere un equilibrio suficiente entre lo que aprendo (o debo aprender) en cuanto a obstáculos del mundo y de mí mismo y las potencialidades (retos suficientes para establecer límites reales y exploración del propio talento con libertad y amplitud suficiente para reconocer mi unidad, mi valor “especial” y mi contribución al mundo, trabajándolo- y a mí mismo- y siendo feliz). 

Es decir, son varios los cambios realizados: la agrupación de alumnos y profesores, la organización del tiempo y el espacio, la evaluación y la relación con el alumno que, ahora sí, se convierte no sólo en protagonista de su propio aprendizaje si no en “hacedor” y responsable de su itinerario de aprendizaje.

¿Sigue viendo la educación española como una legislación sujeta a intereses políticos?

Sí, pero también creo que las cosas no se hacen mal desde “la maldad”, o desde la intención de “perjudicar”, sino que se están haciendo rematadamente mal porque se hacen desde el miedo, desde la falta de libertad y valentía... y por eso lo hacen todo tan ridículamente rígido y encorsetado.

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