Cuarenta de los 101 municipios de la provincia han perdido población. Durante la expansión económica, que tuvo su periodo álgido entre 2000 y 2007, sólo la mitad de estos pueblos registraban datos negativos, los demás crecían con más o menos generosidad. Además, la cifra de habitantes en otros 21 pueblos está estancada con aumentos de apenas unas décimas y en todo caso por debajo del 1%. El último censo del Instituto Nacional de Estadística (INE), dado a conocer a finales de diciembre con datos del 1 de enero de 2010, subraya que la población malagueña se reagrupa en las costas y da la espalda no sólo a las localidades más pequeñas y rurales del interior, sino también a municipios medios tradicionalmente considerados potencias agropecuarias. Este es el caso de Campillos (8.641 habitantes, -0,20%), Archidona (8.837 habitantes, -0,24%) y Teba (4.184,-0,40%), pero también incluso de poblaciones más grandes, diversificadas y pudientes que no están en números rojos pero que apenas crecen como Antequera (45.234, +0,15%) o Ronda (36.909, +0,22%).

La caída del censo es importante en la Serranía de Ronda y el Valle del Genal, las comarcas históricamente más castigadas por la despoblación en la provincia. Las masivas migraciones de los años 60 y 70 dejaron muy mermada su cifra de habitantes, una tendencia que puntualmente llegó a quebrarse en algunos momentos de la última década.

El pueblo más perjudicado no sólo de la zona sino de toda la provincia, de acuerdo con las estadísticas oficiales, es Faraján. Dice el INE que tiene 252 habitantes. Su alcalde, Fernando Fernández (PSOE), disiente absolutamente de estos datos. Afirma que el censo oficial sólo se actualiza cada diez años con los datos del padrón municipal y que esa es la razón por la que no figuran los 320 vecinos que en realidad están empadronados. "Además, hay muchos residentes de fin de semana y vacaciones que tampoco figuran en las estadísticas". La primera razón que se halla para explicar en general la pérdida de población es la crisis, pero Fernández, que recuerda que en los años 50 el pueblo llegó a tener 800 habitantes, sostiene que a ellos no porque los vecinos del pueblo no acudían a la Costa a trabajar. Es más, incluso cree que tiene consecuencias benevolentes porque antiguos vecinos que han perdido sus empleos en el litoral han regresado para montar pequeñas empresas. Esto explica por qué si hace un año sólo había un bar restaurante en el pueblo, ahora hay tres. Además, el Ayuntamiento ha promovido una residencia geriátrica de titularidad municipal y 20 apartamentos turísticos dirigidos no sólo a dar servicios, sino también a estabilizar laboralmente a la población más joven y, por tanto, con más riesgo de emigrar.

El extremo opuesto lo ocupa Benahavís. El INE apunta que su población ha aumentado un 12,7% en el último año hasta alcanzar los 4.932 censados. No obstante, el padrón municipal que maneja su alcalde, José Antonio Mena (PP), eleva la cifra de vecinos a 6.300. En cualquier caso, el pueblo crece, aunque Mena dice que no hay ningún milagro que lo explique, sino una simple campaña municipal para mejorar el empadronamiento de residentes extranjeros.

"Hace cuatro años éramos poco más de 3.000 habitantes en un pueblo con 9.000 viviendas. Es decir, la mayor parte de los residentes no figuraban en las estadísticas municipales". Entonces se pusieron manos a la obra para sacar a la luz a una población fundamentalmente británica y centroeuropea jubilada, más aún cuando las transferencias estatales están vinculadas a la población. "Los extranjeros se resisten a empadronarse, son reacios quizás porque lo ven como una forma de romper los vínculos con sus países". Pero a pesar de esa oposición Benahavís ha cerrado su última década con un aumento del 137%. Y todavía no están todos los que son. El alcalde reconoce que en la actualidad hay 15.000 viviendas y aunque muchos residentes sean temporales "todavía hay muchas posibilidades para mejorar nuestro padrón".