Francisco Garzón | Neurólogo Hospital Clínico Málaga

“El alzheimer es un problema social por la gran dependencia que genera”

  • Defiende la necesidad de neurólogos en los hospitales comarcales, sobre todo por el avance en el tratamiento de los ictus y por el incremento de demencias

El neurólogo, en el Hospital Clínico.

El neurólogo, en el Hospital Clínico. / Javier Albiñana

FRANCISCO Garzón ha desarrollado toda su vida profesional en el Hospital Clínico. Este neurólogo es especialista en atender a pacientes con deterioro cognitivo. Por eso sabe de los efectos devastadores del alzheimer y otras demencias que les arrebatan su memoria y con ella “su propia identidad”. Pero confía en que algún día se descubrirán tratamientos para frenar estas enfermedades.

–La Unidad de Deterioro Cognitivo del Hospital Clínico es joven. Arrancó en el año 2000. ¿Por qué es necesaria?

–Por muchos motivos. Por su elevada frecuencia, por las graves repercusiones que implica su diagnóstico... Además, luego, en el seguimiento del paciente, siempre es mejor que haya una relación médico-paciente más directa. Siempre infunde más confianza que el seguimiento sea con su neurólogo habitual.

–Básicamente hablamos del alzheimer... Usted ve la involución de estas personas...

–Desgraciadamente, sí. La enfermedad no tiene cura. Es importante llegar a un diagnóstico en las fases precoces. Luego, informar a los familiares, instalar un tratamiento con una eficacia moderada o escasa, pero hay que hacer un seguimiento para intentar que la enfermedad vaya lo más lentamente posible. Y acompañar a los familiares y cuidadores. El alzheimer es progresivo a peor. Y si no progresa en varios años, es razonable replantearse el diagnóstico. Hoy por hoy el diagnóstico es clínico, no es por pruebas complementarias.

–¿Quiere decir que no es como la diabetes que es con una analítica?

–Efectivamente. Las pruebas complementarias sirven para descartar que haya otras enfermedades que puedan simular un alzheimer. El diagnóstico es clínico, con pruebas neuropsicológicas y con la anamnesis tanto al paciente como al familiar.

A Málaga le hace falta un jardín, de varias decenas de hectáreas, como los de las grandes ciudades europeas”

–¿Algún día habrá una prueba como la del azúcar para detectar el alzheimer?

–Podría haberla. Se está investigando... Quizás en un futuro haya screenings [cribados] que puedan hacer los médicos de cabecera para detectar problemas cognitivos. Sería un gran impulso si hubiese tratamiento porque sería un gran espaldarazo para que esas técnicas diagnósticas se desarrollaran más. Estas técnicas aún están en pañales porque desgraciadamente ahora no disponemos de tratamiento. La enfermedad de alzheimer es problema de salud importante por lo frecuente y lo grave que es, pero no es una prioridad por la falta de tratamiento.

–¿Cuántas personas puede haber en la provincia con deterioro cognitivo, incluyendo alzheimer y otras demencias?

–Unas 20.000. Pero no hay datos, esta cifra es por proyecciones de estudios nacionales y europeos.

–¿Estas demencias además de un problema de salud son un problema social?

–Son sobre todo un problema social. Problema de salud es, pero en tanto no disponemos de tratamiento no hay mucha posibilidad de parar la enfermedad. Hay posibilidad de intentar que vaya más lenta. Y es un problema social porque crea gran dependencia porque llega a afectar a las actividades básicas de la vida diaria. Necesitan un cuidador que tiene que asistirlos. Alrededor de un paciente con alzheimer hay como tres o cuatros inmediatamente afectados. Son unas 100.000 personas afectadas directa o indirectamente por la enfermedad.

–¿Los pacientes son conscientes de la enfermedad?

–Quizás el diagnóstico es demasiado tardío y no son muy conscientes. Generalmente pedimos permiso a los familiares para contárselo al paciente. Hay casos en los que nos piden que si es alzheimer que no se le diga esa palabra porque le causaría una gran afectación. En casos puntuales puede ocasionar depresión. Pero muchos pacientes no llegan a captar el sentido de ese diagnóstico por su deterioro.

–Sí, que ellos son un poco ajenos a la situación justamente por su enfermedad...

–El sufrimiento es sobre todo para la familia más directa. Es una enfermedad familiar y social. El coste medio anual de un paciente con alzheimer puede pasar los 24.000 euros anuales por la asistencia de cuidados que necesita. Hay que vestirlos, lavarlos, llevarlos al baño, llevarlos a pasear...

A Málaga hay que quitarle coches potenciando el transporte público y los carriles bici”

–Es tremendo porque es perder lo más humano del ser humano...

–Es perder la memoria y la propia identidad.

–¿Puede dar unos consejos para la prevención?

–Algo que podemos hacer todos y en particular los pacientes diagnosticados es disminuir el riesgo de progresión porque sabemos que es una enfermedad que se inicia muchos años antes.

–¿Y qué se puede hacer?

–Para disminuir el riesgo de progresión hay que tomar medidas que son muy baratas y asequibles a toda la población. Llevar una dieta saludable con consumo moderado de alcohol, sin tabaco, sin excesivas calorías, con verduras, frutos secos, pescado... Nuestra dieta mediterránea... Hacer ejercicio físico; algo más que andar si es posible, según las preferencias de cada individuo. Tener una vida social, familiar y laboral, con actividades de ocio. Estas tres medidas ayudarían a retrasar el inicio de una enfermedad de alzheimer que llevaría años incubándose o desarrollándose a nivel molecular.

–Ahora hay una polémica porque Pfizer no hizo públicos indicios que sugerían que uno de sus fármacos para otra patología podía prevenir el alzheimer. ¿Qué le parece?

–No es razonable. Es un poco ir contra la ética de la investigación. De hecho en muchos fármacos se han descubierto sus cualidades como efecto secundario; la Viagra surgió así. A nivel científico habrá que indagar esa posibilidad. No obstante, tenemos experiencia de muchos fármacos que parecía que tenían cierto efecto sobre la cognición, pero que en estudios específicos para demostrar esa eficacia han fracasado. Yo soy optimista. Creo que a medio o largo plazo dispondremos de un tratamiento para el alzheimer que, si no hace retroceder la enfermedad, como mínimo sirva para mantenerla en la fase en la que se encuentra y evitar la progresión.

–¿Le han agredido o insultado alguna vez en el trabajo?

–Nunca. He vivido situaciones de tensión. Todos los que llevamos unos años de profesión hemos vivido situaciones comprometidas, pero nunca me han agredido ni me han insultado. Malos modos sí he sufrido.

–¿Y que se puede hacer frente a las agresiones?

Las sanciones deben ser ejemplarizantes en función de la gravedad de los hechos. Lo más frecuente es que ocurran en Urgencias; quizás por el estrés, por el tiempo de espera... Pero en cualquier caso no se pueden permitir. Está bien la modificación legal para equiparar al personal de centros sanitarios y docentes como autoridad.

–La anterior consejera de Salud prometió el nuevo Hospital Regional para 2024. ¿Es posible?

–Es poco precipitado. Depende de la voluntad y de la disponibilidad presupuestaria. La demanda asistencial va creciendo y los recursos de los hospitales son insuficientes porque hay que tener en cuenta no sólo la población real, sino también la población flotante que viene en verano.

–Hablando de déficit. La ratio de neurólogos en la sanidad pública es baja, ¿No?

–Y en Andalucía más... Además, no disponemos de neurólogos en los hospitales comarcales. Es una reivindicación desde hace mucho tiempo que no se llega a implantar, salvo en casos muy excepcionales. Y ya es hora de que haya neurólogos en los hospitales comarcales dado los avances en la especialidad; sobre todo en el tratamiento de los ictus. Esta es una patología aguda y muy prevalente. En consultas, la mayoría de los pacientes acuden por demencias y cefaleas. Pero, entre los pacientes ingresados, la mayor parte son por ictus. Antes, a un paciente con un ictus se le ponía un suero y había que esperar porque no había opciones terapéuticas. Ahora ha cambiado; disponemos de tratamientos eficaces y eso es un factor para que haya neurólogos de guardia en los comarcales. Además, donde hay mucha población, como Marbella, no es razonable que no haya neurólogos por el crecimiento y lo específico de la patología neurológica.

–Es ciclista. ¿Cómo ve la seguridad en las carreteras?

–Es un problema a resolver entre todos. Hay que tener conciencia de que la carretera es de todos y para todos. Quizás habría que poner normas más restrictivas.

–¿Los conductores los respetan?

–En general sí, cada vez hay mayor concienciación. Hay más empatía hacia los ciclistas. Sobre todo desde hace un par de décadas. Antes era inusual ver ciclistas en la carretera y hoy en día es una moda que ha venido para quedarse y va a más.

–¿Qué le pondría a Málaga?

–Un gran jardín, parecido al Jardín Botánico, de varias decenas de hectáreas como las grandes ciudades europeas. Un espacio público abierto como el Tiergarten de Berlín o los Campos Elíseos de París. En el Jardín Botánico está limitado el acceso y está alejado de la ciudad. Se podría hacer por la zona de Teatinos, donde hay terrenos...

–¿Y qué le quitaría a Málaga?

–Yo le quitaría coches al centro, quitaría tráfico. Revolucionar el transporte contribuye a mejorar las ciudades. Hay que quitar tráfico potenciando el transporte público y los carriles bici. Yo creo que eso es el futuro porque quitar coches del centro embellece la ciudad y disminuye la contaminación.

–¿Algo que quiera añadir?

–Sobre lo que hablamos antes del diagnóstico del alzheimer. La posibilidad de que sea mediante un análisis de sangre, eso ahora mismo está en investigación. Otra posibilidad en el futuro sería que toda la población mayor de 50 años tuviera un test cognitivo y el deterioro fuera una señal de alarma; como un control de tu memoria. Y también hay alguna propuesta de, aprovechando las redes sociales, analizar el lenguaje hablado y escrito, con análisis de big data, lo que podría permitir detectar el deterioro del lenguaje y alertar del deterioro cognitivo. Es algo interesante que puede ocurrir en el futuro.

–Volviendo justamente el alzheimer. Creo que en el Hospital Clínico, dentro de la escuela de pacientes, dan charlas...

–Son para familiares y cuidadores. No podemos modificar la realidad, pero sí hacerles ver esta realidad de otra forma; que el paciente con un diagnóstico de alzheimer tendrá problemas para hablar, para pensar, para recordar; pero sigue manteniendo sentimientos y emociones y a través de eso es por donde hay que llegar a estos pacientes. Por ejemplo, la comida, que es un hábito social. Podemos reunirnos porque hay olores y sabores que en el alzheimer se pierden muy tardíamente. Y eso puede utilizarse para recordar hechos. Es la memoria sensitiva.

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