Entrevista. Gerardo Hernández Les. Presidente de Sociedad Civil Malagueña

“En los partidos políticos siempre se quedan los peores. Es una lacra”

  • Este médico ve el panorama político español “muy envenenado”, pero cree que esa crispación aún no está en la calle

  • “A cualquiera le llaman ahora facha por no pensar como uno”, critica

Gerardo Hernández Les preside Sociedad Civil Malagueña

Gerardo Hernández Les preside Sociedad Civil Malagueña / Javier Albiñana (Málaga)

Gerardo Hernández Les ha ocupado diversos cargos de responsabilidad en el sector sanitario en Madrid y siempre ha estado muy interesado en la política, siendo incluso candidato al Congreso por UPyD en Málaga en el año 2008. Preside la Sociedad Civil Malagueña, una entidad creada el año pasado para fomentar el debate y que ya cuenta con unos 100 miembros de todo tipo de ideologías siempre y cuando se respete la Constitución.

–¿Qué les ha motivado para crear Sociedad Civil Malagueña?

–España vive una crisis democrática importante y seria desde hace años. La crisis arranca en la ruptura del consenso de la Transición, el que hubo entre fuerzas de derecha e izquierda que posibilitaron la Transición y la Constitución.

–¿Por qué se ha roto ese consenso?

–En mi opinión se ha roto en dos momentos. El respeto a la Constitución ha estado vigente hasta el año 2003, cuando se formó el tripartito catalán con el pacto del Tinell con el impulso de Rodríguez Zapatero, que estaba a punto de ser presidente del Gobierno cuando ni siquiera lo pensaba pero los acontecimientos del 11M lo precipitaron. Ese pacto dio una hegemonía política a las fuerzas nacionalistas y de izquierda que ha tenido muchas consecuencias, porque de allí salió el Estatuto de Cataluña que se aprobó en 2006 y fue el origen del proceso hacia la independencia catalana. Zapatero es el que rompe todos los consensos de Estado habidos hasta entonces. La segunda ruptura se ha producido hace muy poco. En mi criterio personal es la moción de censura que lleva a Pedro Sánchez al gobierno porque el pacto no es simplemente con nacionalistas, sino con aquellos que han iniciado un proceso de ruptura con España y de independencia. Los otros partidos constitucionales, especialmente PP y Ciudadanos, son abandonados por Pedro Sánchez.

–¿Qué opina del conflicto catalán?

–Pone en crisis todo el modelo autonómico español. Hay que tener en cuenta además que el propio modelo autonómico ha creado distorsiones importantes porque hay 17 modelos de pequeños estados que desde el punto de vista económico son muy difíciles de sostener y desde el punto de vista político son muy difíciles de controlar.

–¿Qué solución le ve usted al problema en Cataluña?

–Tiene que haber diálogo desde dos posiciones muy claras. Desde el lado del gobierno español es absolutamente necesario renovar el pacto constitucional y que los partidos formen un gobierno de concentración que pueda enfrentarse al problema de Cataluña, promoviendo el diálogo desde la fortaleza constitucional. Eso hoy no lo tenemos porque los partidos constitucionalistas están separados. Sánchez ha establecido un diálogo desde la debilidad y así está solo y vendido.

–La papeleta de los presos independentistas es difícil de lidiar para buscar acuerdos.

–Mientras no haya una sentencia del Tribunal Supremo va a ser muy difícil mantener la iniciativa política. Cuando se resuelva judicialmente el conflicto catalán puede incluso agravarse más, pero lo importante es saber a dónde se quiere llegar. Es necesario resolver este problema por la vía del diálogo pero atendiendo a la ley. Si la mayoría de los españoles decidimos cambiar la Constitución y aceptar el derecho de autodeterminación se podría hacer, pero la ley actual no acepta ese referéndum ni en Cataluña ni en ningún sitio de España.

Gerardo Hernández Les antes de la entrevista. Gerardo Hernández Les antes de la entrevista.

Gerardo Hernández Les antes de la entrevista. / Javier Albiñana (Málaga)

–Hablaba usted antes de las dificultades que entraña el modelo autonómico. Vox ha propuesto eliminar las autonomías. ¿Qué opina usted?

–Esa medida me parece equivocada. Soy partidario de reformular y racionalizar el modelo autonómico, pero no de suprimirlo porque no es posible ni deseable.

–¿Por qué?

–Hay que aceptar que España es un país diverso. Tener 17 parlamentos autonómicos en un país con 45 millones de habitantes es una absoluta barbaridad. Es irracional. No tiene sentido que en España tengamos 350 diputados en el Congreso nacional y otros mil y pico más en las autonomías, en las diputaciones, etcétera. Económicamente es insostenible. Hay que reducirlo.

–¿Cómo?

–Alemania tiene el doble de habitantes que España y 16 regiones. Van a fusionar las regiones para que ninguna tenga menos de seis millones de habitantes. 

–En España ha habido partidos que han defendido la eliminación de ayuntamientos o diputaciones.

–Los alemanes, italianos o franceses ya han reducido sus ayuntamientos a más de la tercera parte. Pero aquí no somos capaces de ponernos de acuerdo políticamente para fusionar los ayuntamientos, pese a que tenemos cientos en los que no hay ni 500 habitantes. Si ya vemos difícil que en España se fusionen ayuntamientos aún lo parece más que se unan las autonomías.

–En la página web de Sociedad Civil Malagueña hablan de la necesidad de crear una conciencia crítica. ¿El ciudadano no la tiene?

–La sociedad vive una cierta desafección democrática. Los ciudadanos tienen mucha desconfianza en los partidos y en los políticos, lo cual no quiere decir que no vayan a votar en las elecciones. Los ciudadanos están desmoralizados por la situación política difícil que se vive y entender esa situación requiere un nivel de información que los ciudadanos desgraciadamente no suelen tener.

–¿Por qué?

–Porque los ciudadanos ven la televisión o las redes sociales, pero no leen los periódicos. Las redes sociales no sustituyen la calidad de información que tienen los periódicos porque en las redes hay mucha opinión sin depurar, la de un ilustrado vale tan poco como la de un analfabeto. Si uno quiere informarse con calidad tiene que seguir acudiendo los periódicos, en papel o en digital. Y para formarse un criterio hay que leer varios periódicos y sacar su propia conclusión, pero eso no lo hacen la mayoría de los ciudadanos. Por eso, la mayoría de los votos que se hacen en las elecciones son muy emocionales y muy poco cerebrales.

Gerardo Hernández. Gerardo Hernández.

Gerardo Hernández. / Javier Albiñana (Málaga)

-El programa electoral no lo lee prácticamente nadie.

–Nadie. Lo que conocen de los partidos es lo que se cuenta en televisión.

–¿Se está encendiendo demasiado el debate político en los medios o las redes sociales?

–Creo que sí. Esta pasada campaña electoral ha sido muy emocional, de muy bajo nivel intelectual y propositivo, muy descalificatoria hacia los candidatos y con un nivel ideológico muy sesgado y peligroso porque algunos candidatos se han dirigido al público como si fueran ciudadanos que no viven en democracia desde hace 40 años. Se han hecho descalificaciones en los debates televisivos que parecen increíbles en un país democrático desde hace cuatro décadas. Veo el panorama político muy envenenado, pero en la calle no es así. Los partidos se maltratan entre ellos de forma sectaria y antidemocrática y ese clima de enfrentamiento no existe, por ahora, en la calle.

–¿Podría llegar?

–Si los partidos no bajan el tono de crispación que viven entre ellos terminarán trasladándolo a la calle y eso es grave.

–¿Qué le ha parecido la campaña de Vox?

–No estoy de acuerdo con su programa. En mi opinión, Vox es un partido de derecha radical pero no podemos decir que es un partido fascista o facha. Los partidos fascistas enaltecen la violencia, no creen en los sistemas democráticos liberales y son partidarios de regímenes autoritarios o dictatoriales y éstas no son las características de Vox. En España, sin embargo, sí hay partidos que rechazan la Constitución y no se les considera de extrema izquierda. Ahora a cualquiera se le llama facha porque no opina lo mismo que uno y me parece una descalificación muy grave, muy antidemocrática y políticamente de muy mala fe.

–Después de todas las elecciones generales siempre se habla de cambiar la ley electoral, pero nadie lo hace. ¿Por qué?

–La ley electoral tenía que haber sido cambiada en España desde hace años porque las distorsiones que provoca son graves y cada vez lo son más. En 2015, por ejemplo, el PNV obtuvo algo más de 300.000 votos y consiguió seis diputados, mientras que IU sumó 950.000 votos y sacó dos diputados. En las elecciones del pasado domingo un partido como el Regional de Cantabria, con 52.000 votos, ha tenido un diputado y Compromís ha sacado también uno con 172.000 votos. El coste de los escaños está totalmente distorsionado. A los partidos mayoritarios les sale el escaño por 60.000 votos pero a Vox le ha salido por 111.000. En Melilla el escaño sale por 8.000 votos y en Teruel o Soria son unos 12.000 votos. No es solo la ley D´Hondt, sino las circunscripciones electorales provinciales que tenemos donde la ley obliga a que cada provincia tenga fijo dos diputados independientemente de su población. Eso lo distorsiona todo. Además, en estas elecciones ha habido dos millones de votantes a los que no les representa nadie. Eso es tremendo. El Pacma ha tenido más de 300.000 votos y ningún diputado. Sin embargo, los partidos mayoritarios no quieren cambiarlo. Nosotros proponemos un sistema mixto entre el nuestro y el anglosajón o francés, mitad proporcional y mitad mayoritario.

–¿En qué consistiría?

–En que queremos que la mitad de los ciudadanos elijan por distritos electorales y sistema uninominal y la otra mitad en listas de partidos, pero con circunscripciones de las comunidades autónomas.

–Ahora vienen las municipales. ¿Habrá menos tensión?

–La campaña va a tener menos crispación y va a ser más objetiva.

–¿Qué opina de las personas que llevan años e incluso décadas viviendo exclusivamente de la política? ¿Habría que limitar los mandatos?

–Hacer de la política un medio de vida, una profesión, es la lacra más importante de nuestro sistema político. Entrar en un cargo público a los veintitantos años y jubilarse como político a los 70 me parece un verdadero despropósito. Eso ocurre porque nuestros partidos no tienen democracia interna y porque la gente profesional que llega desde fuera, cuando ven la lucha interna tan feroz que hay para conseguir un puesto, se marcha enseguida o le echan. La lucha con los tiburones de la política es muy dura para quien tiene la vida resuelta fuera de la política. El mayor problema que acarrea es que la gente de mayor nivel profesional no llega a la política y si llega sale pronto. Este sistema de listas cerradas y partidos caudillistas hace que al final solo se quedan los peores y salen del partido los mejores. Le ha pasado a todos los partidos.

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