Las iglesias deberían haber tenido en estos días un gran ajetreo, con multitud de cofrades preparando cada detalle o recogiendo sus enseres, desmontando pasos y tronos, devolviendo las imágenes al lugar que ocupan en cada templo hasta el próximo año o celebran misas multitudinarias y los cultos de la cada cofradía. Es la imagen que nos deja cada año la Semana Santa, aunque se tengan previsiones de lluvia, pero la vida en las iglesias se mantiene.

Este año el coronavirus provocó la suspensión de todos los actos de Semana Santa y, aunque lo más vistoso es la ausencia de procesiones en las calles acompañadas por los sones de diferentes bandas mientras miles de personas se agolpan en las calles para ver su paso, en los templos también se suspendió la actividad interior, aunque no del todo.

Sacerdote a la salida de la sacristía

Han sido muchos los párrocos que han accedido a las peticiones de sus hermandades y feligreses de celebrar misa y retransmitirlas en directo por las redes sociales o mediante la señal de televisiones locales.

Además, en algunos casos también se están realizando las habituales misas que tenían lugar antes o después de cada estación de penitencia, aunque estos casos en la soledad del templo.

Los sacerdotes están celebrando estas misas en la más absoluta intimidad y sin ningún asistente en los bancos de cada iglesia, que aguardan también el final del confinamiento para recibir a sus feligreses.

“Es complicado, sabes que nadie te escuchará directamente, pero nos escucha el Señor”, explica uno de los sacerdotes que está realizando estas prácticas durante este Semana Santa atípica que estamos viviendo.Además, resalta la importancia de mantener esta parte tan importante de la Pasión y que también los hermanos pueden trasladar a su casa. De hecho, muchos de ellos han instalado pequeños altares en sus viviendas y el sentir religioso está sustituyendo al habitual fervor en la calle.

Altar mayor de la colegiata de Santa María la Mayor de Ronda.

El Domingo de Resurrección no fue un excepción, aunque el altar mayor de la Colegiata de Santa María la Mayor se preparó para ocasión, como si grandes naves se fuesen a quedar pequeñas para el público asistente. Eso sí, en la inmensidad de este templo rondeño solo se encontraba el párroco oficiante, un ayudante y los cámaras y fotógrafos de prensa que acudieron a cubrir este evento que fue igualmente retransmitido en directo.

No faltaron las palabras de recuerdo para las víctimas de la pandemia y las peticiones por aquellos que están luchando en primera línea contra la pandemia.

Así finaliza una Semana Santa “triste”, en palabras del párroco de este templo, aunque “con la esperanza de haber podido acompañar a todos aquellos que están en sus casas”.