cultura

La Invisible se moja por su pervivencia

  • Un marcha por el Centro reúne a miles de personas exigiendo la cesión del edificio de la calle Nosquera

Concentración a las puertas del edificio de la calle Nosquera.

Concentración a las puertas del edificio de la calle Nosquera.

Desde minutos antes del mediodía, cuando estaba prevista la salida de la marcha desde La Invisible, el estruendo de la música advertía al peatón despistado. Altavoces en la calle, otros asomados a los ventanales del edificio de calle Nosquera... Ese inmueble que fuera ocupado de manera ilegal allá por el año 2007 y que, casi once años después, sigue ocupado. Eso sí, siempre con el consentimiento del equipo de gobierno del PP, que justo ahora, auspiciado por su socio de investidura, Ciudadanos, ha virado el rumbo para poner en marcha el procedimiento de recuperación de lo que, en justicia, es de su propiedad.

Constatada la metamorfosis en el discurso del Ejecutivo local, alimentado bien es cierto por no pocos incumplimientos por parte del colectivo que gestiona el continente cultural, La Invisible salió ayer a la calle. Lo hizo en el intento de sacar músculo, de hacer ver a quienes acaban de iniciar el camino del rescate que no accederán al desalojo. No al menos voluntariamente.

Del orden de 1.500 personas, según datos aportados desde la Subdelegación del Gobierno en Málaga, y unos 5.000, según los organizadores, se dieron cita en la jornada de ayer para hacer suya la reclamación defendida por la Fundación de los Comunes desde hace no pocos años: "la cesión es la solución". El mensaje fue cantado por el conjunto de voces que, a pesar de la lluvia, se dio cita a las puertas de Nosquera 9 y 11.

"La decisión de cerrar La Invisible parece un ataque a la libertad de expresión", decía uno de los simpatizantes de la causa alternativa. Una afirmación con la que recordaba las últimas polémicas que han precedido la toma de posición por parte de la Junta de Gobierno Local: la horca creada con la bandera de España, el pasado mes de octubre; y la invitación a participar en unas charlas a dos ex presos del Grapo (acto finalmente suspendido). Otro de los asistentes ensalzaba la labor cultural que esta institución viene haciendo en la capital de la Costa del Sol y apuntaba al portavoz de Cs, Juan Cassá, y a sus ganas por "especular" con el bloque como responsable del estado actual de las cosas.

Poco antes del arranque de la protesta a pie, micrófono en mano, una de las autobautizadas "heroínas invisibles" tomó la palabra. "Nuestros superpoderes crean redes que soportan la estampida del patriarcado, la especulación, la gentrificación y la soledad a la que se nos expulsa; tenemos armas poderosas de construcción masiva con la que hemos obtenido ésta, nuestra casa, en una ciudad en la que lo común es criminalizado", dijo en el arranque de su discurso, en el que pidió desplegar "toda nuestra artillería para defender uno de los pocos espacios en los que hasta ahora hemos podido imaginar otra manera de hacer, donde la cultura no está supeditada al consumo". Y concluyó con un vitoreado y reproducido: "La Invisible se queda".

Mal día eligió el colectivo para hacer valer su fuerza ante los que quieren su desalojo. La voluntad de hacerse escuchar no fue capaz de calmar las inclemencias meteorológicas. Y la lluvia que se sabía iba a caer sobre Málaga, cayó. Por momentos con fuerza. Tanta como para obligar a recortar un itinerario mucho más ambicioso. La marcha bajó por Alcazabilla y llegó el Paseo del Parque, donde la concentración acabó ante la Casa Consistorial. Allí, de nuevo, un doble clamor: "La Invi se queda" y "La cesión es la solución". El aguacero quitó algo de vistosidad a todo un espectáculo callejero, donde la batucada marcaba el ritmo del avance y los malabares circenses abrían el paso por el callejero de la ciudad. Pero la voluntad del colectivo cultural se mantiene firme. Ahora solo queda esperar.

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