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Ladrones 'gourmet'

  • Crecen los hurtos "por encargo" en los supermercados

  • Ibéricos, alcohol y cosmética, lo más demandado

Ladrones 'gourmet'

Ladrones 'gourmet'

Un calamar aparece en el bolso de una señora que asegura desconocer cómo el molusco ha llegado hasta ahí. El mismo halo de misterio parece rodear a otro caso -ocurrido la pasada semana- cuando un cliente fue sorprendido con 36 tabletas de chocolate en sus pantalones. Los hurtos en los supermercados, como el que, presuntamente, protagonizó en 2011 la que hasta hace poco era la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, no solo se resisten a pasar de moda sino que se han acentuado. "Es un gran problema para el sector", recalcan fuentes de la Confederación Andaluza de Empresarios de Alimentación y Perfumería (CAEA).

Las bebidas alcohólicas encabezan la lista de productos más sisados, a la que también se suman los cárnicos ibéricos en sobres y los artículos de cosmética (maquillaje y perfumería), con un precio más elevado. "El alcohol es la última moda. Tenemos a tres personas identificadas", explica el responsable de una cadena de alimentación, donde estos cacos ya son conocidos entre los propios empleados como "los del Whisky", pero todavía no han podido actuar contra ellos. "El otro día se llevaron siete botellas cada uno, escondidas en la barriga. Uno es regordete y suele vestir un pantalón muy ajustado", detalla el trabajador.

En Navidad hay familias organizadas para robar turrones y huevos de chocolate

Fuentes policiales recuerdan el caso de un grupo de ciudadanos, de origen rumano, que huyeron provistos de botellas de alcohol y desacopladores de alarmas, que se encuentran en internet. "Apenas podían andar", señalan. Muchos de los hurtos se hacen por encargo. "Hay grupos que se organizan en las puertas de los supermercados. Venden a 6 euros una botella que vale 12. Esto ha crecido con la crisis. Algunos son desempleados y, otros, pensionistas", recalcan las fuentes.

En Navidad, una de las épocas del año con más robos, hay familias que se organizan para sustraer turrones. Otras de las clientas a las que los empleados no pierden de vista son aquellas que recorren los pasillos con compartimentos de doble fondo y papel de aluminio en sus mochilas para burlar las alarmas electromagnéticas. Pero solo una vez que rebasan la línea de caja con artículos cuyo importe no han pagado se considera que han incurrido en un robo.

Ni siquiera la reforma del Código Penal sobre la lucha contra el hurto comercial, que entró en vigor el 1 de julio de 2015, ha conseguido poner coto a una práctica cada vez más habitual. Así, la sustracción de una cantidad que no excede de 400 euros ya se castiga con una pena de multa. Y no solo eso. Si el autor tiene antecedentes penales por multirreincidencia y ha sido condenado en al menos tres ocasiones, la pena podría implicar hasta tres años de prisión. Antes, si estos hurtos no superaban los 400 euros se investigaban como faltas y estaban penados con sanciones.

Las llamadas pérdidas desconocidas, como se conoce a los robos cometidos por clientes y también por los trabajadores, suponen junto a los errores de gestión un impacto económico de 1.800 millones de euros al año, según los datos que maneja la patronal Aecoc a nivel nacional. El daño que provoca el menudeo es, a veces, mayor que los robos más cuantiosos. "Hay mujeres que se llevan sopas y latas de atún. Eso es peor porque uno a uno no se detecta", sostiene un cajero, que recuerda el caso reciente de un menor que salió corriendo con una caja que contenía más de 30 huevos de chocolate.

Pero además, los supermercados y perfumerías se enfrentan a otro problema, el de los robos por alunizaje, mediante el que, de madrugada, por lo general, los delincuentes estrellan un vehículo -normalmente robado- contra el escaparate. Una vez dentro, sustraen los productos más valiosos. En caso de que sean sorprendidos, los trabajadores no pueden impedir la huida del ladrón, dado que se les puede atribuir un delito de retención ilegal. Solo el vigilante de seguridad tiene la posibilidad de evitar que el cliente se marche con los artículos sustraídos. "Los desodorantes y los champús vuelan, pero también el aceite y los detergentes", explica un empleado. "Esta semana [por la pasada] pillamos a una clienta de confianza. Nos dio hasta vergüenza. Se llevó varias cuñas de queso y, cuando iba a colocar la cesta, sacó varios loncheados y los metió en su carro", añade otra trabajadora.

Desde la Confederación de Empresarios de Alimentación y Perfumería afirman que, como organización, coordina medidas de seguridad con la Policía Local y los ayuntamientos, de manera que, para agilizar el proceso de denuncia, cuentan con un grupo de Whatsapp que permite una "estrecha coordinación" ante un fenómeno que trae de cabeza a cualquier supermercado.

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