Málaga no destaca precisamente por la fortaleza exterior de sus empresas pero, teniendo en cuenta que es una provincia que vive del turismo y que éste no se contabiliza como exportación, la economía local puede estar satisfecha con el trabajo que se está realizando. La provincia tiene compañías punteras a escala mundial, por ejemplo, en la fabricación y venta de paneles solares con el caso de Isofotón que, aunque ahora esté de capa caída por la crisis, es un referente internacional. También en la venta de aparatos de climatización, de tónicos reconstituyentes, de carne porcina, de materiales de construcción, de parques infantiles... En la provincia hay actualmente unas 800 empresas que exportan habitualmente sus productos o servicios o que están en trámites de iniciar su presencia en el exterior, el doble que hace cuatro años. Si se tiene en cuenta que, según el Instituto Nacional de Estadística, en Málaga hay censadas 116.683 compañías, el peso exportador es minúsculo, apenas un 0,68%. Es la factura de depender del turismo y de la construcción, dos segmentos difícilmente deslocalizables. Sin embargo, cada vez los empresarios locales demuestran un mayor interés por salir al exterior. La crisis económica está ayudando además a ello ya que, cuando el consumo interno cae, en muchas ocasiones es imprescindible buscar clientes en otros lugares para poder mantener la actividad. "Está aumentando el número de empresas exportadoras, máxime ahora en el que hay sectores a los que les ha pillado la crisis", explican fuentes del departamento de Comercio Exterior de la Cámara de Comercio de Málaga.
No obstante, desde el organismo cameral, especializado en apoyar la internacionalización de las empresas, apuntan que "la exportación requiere un periodo de maduración". "Pueden pasar un año o dos desde que se toma la decisión de vender sus productos fuera hasta que se realiza la primera operación. La exportación no es un salvavidas puntual".
Vender un producto o servicio en cualquier país no es fácil. No es sólo llegar a ese estado y ponerse a comercializarlo. Hay centenares de trámites administrativos que hay que cumplimentar, sobre todo, si el motivo de la exportación son productos relacionados con la alimentación. De hecho hay empresarios malagueños que, tras varios intentos, han tenido que desistir, por ejemplo, de entrar en mercados en principio tan capitalistas como el de Estados Unidos, aburridos de tanto papeleo y tantas pegas.
Pero el trámite burocrático es un paso intermedio. Antes de empezar a mover licencias, el empresario debe tener claro qué es lo que quiere vender, dónde y qué posibilidades reales de negocio tiene en ese país. Hay que apostar por productos innovadores y que tengan una buena relación calidad-precio, un factor que en los últimos meses ha sido perjudicial para las empresas de la Unión Europea por la fortaleza del euro.
La Cámara de Comercio cuenta con dos gestores de exportación, unos expertos que funcionan como departamento de comercio exterior de las empresas que lo soliciten por el periodo de un año. Fuentes de la Cámara señalan que este programa "ha sido un éxito" y explican que "hay varias empresas en lista de espera, por lo que vamos a ampliar el número de gestores".
Las empresas malagueñas exportaron entre enero y septiembre del pasado año productos por un valor de 800 millones de euros, con un espectacular crecimiento del 12%, si bien Málaga continúa siendo una provincia mayoritariamente importadora de servicios. En ese mismo periodo las compras al exterior sumaron un recibo de 1.370 millones de euros, un 3,7% menos.
El problema actual es que hay que medir muy fino dónde invertir y a qué mercado dirigirse ya que la crisis económica y financiera es a escala mundial. Fuentes de la Cámara de Comercio explican que "ahora estamos viendo una fuerte contracción del comercio internacional porque ha habido un descenso de demanda en los países más desarrollados, como es el caso de Europa, Estados Unidos o Japón". Sin embargo, siempre dentro de la cautela y la incertidumbre en que se encuentra la economía mundial, desde este organismo se ve con buenos ojos mercados como México, Brasil o India, que no están siendo tan castigados.
En cualquier caso, el comportamiento exportador varía en función de cada sector. Uno de los que más está apostando por la salida al exterior es precisamente la construcción y el inmobiliario que, acosado por la caída de ventas en la provincia y en el resto de España, están invirtiendo en Europa del Este, el norte de África u Oriente Medio.
El miedo a lo desconocido, a los clientes internacionales, a no tenerlo todo bajo control sigue atenazando a buena parte del empresariado local pero poco a poco se va superando. Mientras la economía local ha ido viento en popa la preocupación por exportar era menor, pero en estos momentos todas las opciones pueden ser buenas, aunque a priori asusten. "En España hay menos negocio y hay que compensar con lo que podamos obtener fuera. Exportar se ha convertido en una necesidad". Así de claro lo tiene Antonio Mediato, director de Airzone, y parece que cada vez más empresarios se suman a esta idea.
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