Malagueños sin fronteras

De Málaga al corazón de Silicon Valley

  • Dos carreras universitarias, una trayectoria brillante en la compañía IBM y un marcado carácter altruista son los mejores avales de Joaquín Pérez Durán, que no se olvida de su origen malagueño pese a residir en Estados Unidos desde hace ya 50 años

SUS padres procedían del Valle del Guadalhorce y a él lo bautizaron en la iglesia del Carmen, en el Perchel, sin sospechar que un día se asentaría a miles de kilómetros de su tierra y que contribuiría al progreso de una de las compañías tecnológicas más importantes del mundo, la IBM. Se llama Joaquín Pérez Durán, tiene 70 años, y vive en San José (California), una ciudad de un millón de habitantes situada en el corazón de Silicon Valley, pero sin olvidar sus raíces. "Siempre he mantenido un vínculo emocional y afectivo con Málaga", atestigua este veterano de la vida con segunda residencia en La Cala del Moral (Rincón de la Victoria) que presume de tener entre 50 y 60 parientes directos en Málaga. "Mis abuelos maternos tuvieron nada menos que 15 hijos", explica.

Su conocimiento de inglés y francés fue su mejor aval. A los 16 años, después de haber estudiado en Los Maristas, se colocó en la base americana de Morón de la Frontera (Sevilla) "como intérprete". Su destreza con los idiomas y sus ganas de trabajar no pasaron desapercibidas para sus jefes, que le animaron para que solicitara una beca en la universidad californiana de San Diego. Fue un buen consejo. Joaquín Pérez Durán se licenció en Matemáticas allí, para, más tarde completar su currículo en la Universidad de Santa Clara, donde estudiaría Ingeniería Informática. Corrían los años 60 y el malagueño ya se había situado en Silicon Valley, la zona con más industrias tecnológicas de todo el mundo, el lugar donde se desarrollaría su trayectoria profesional y personal.

Pérez Durán está hoy jubilado, pero durante 37 años ha trabajado como jefe de departamento para la IBM, en la Storage Products Division (la division de productos de almacenamiento de datos) además de impartir clases de Matemáticas en la Universidad de San José. Esto es sólo una parte, porque el malagueño también ha cultivado a fondo sus facetas social y altruista. Es miembro del servicio de Guardacostas de Estados Unidos, del club español de Silicon Valley, de Amnistía Internacional y, además, colabora como voluntario con organizaciones no gubernamentales de ayuda a los más necesitados.

El ingeniero tiene una memoria prodigiosa. Sólo así se explica que recuerde el número de veces que ha visitado Málaga desde que se asentó en Estados Unidos hace ya 50 años: 55. Razones no le han faltado para visitar el sur de Andalucía. La primera, su madre, que residía aquí hasta su reciente fallecimiento hace un mes. La segunda, su hermana Margarita. Y la tercera, una multitud de primos, sobrinos y otros parientes repartidos por toda Málaga. "Tengo gente en El Palo, la Trinidad, la calle Victoria, la Plaza de la Merced e incluso en pueblos como Teba o Coín", atestigua.

Hace ya más de una década que eligió La Cala del Moral (Rincón de la Victoria) como ubicación para su segunda residencia. Aquí pasa largas temporadas junto a su mujer y algunos de sus tres hijos, que hoy tienen 42, 40 y 38 años. Su presente está en Estados Unidos, pero sus recuerdos más nítidos son andaluces: pasan por la Trinidad, el Perchel y la Victoria y le retrotraen a una infancia cien por cien malagueña.

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