Málaga

"Málaga debe crecer pero no a base de pelotazos que creen desequilibrios"

  • Considera que el déficit de recursos hídricos que sufre la provincia es la consecuencia de un desarrollo urbanístico desmesurado y cree que si se limita el crecimiento no harán falta más infraestructuras

José Damián Ruiz Sinoga (Málaga, 1960) es un apasionado de su trabajo y un acérrimo defensor del importante papel que la Universidad debe jugar en la sociedad actual. Lleva más de 26 años inmerso en la labor docente y la investigación de las características hidrológicas y del suelo de la provincia. Es de los que piensa que la acción del hombre está deteriorando gravemente el medio ambiente, aunque también defiende que aún se está a tiempo de rectificar.

-¿La sequía que sufre la provincia desde hace cuatro años se está gestionando bien?

-Se ha gestionado de la mejor manera que se ha podido porque ni el turismo ni la población se han visto afectados. Pero la gestión de una sequía sobrevenida no se puede hacer improvisando. Hay que hacerlo sobre unas bases para evitar que la población se quede sin agua e intentar que se note lo menos posible en la dinámica económica de la zona. Todo eso también se tiene que complementar con medidas para evitar las sequías futuras.

-¿Cree que se podría haber hecho algo más?

-Tal y como se han producido los acontecimientos no. Si se hubiese previsto que vendría otra sequía, las administraciones se hubieran dado cuenta de que existe una recurrencia cada ocho o diez años y habrían sentado las bases para adecuar las infraestructuras y garantizar el abastecimiento de agua, sobre todo, en un marco de expansión turístico como el de la provincia. Pero eso no se hizo y cuando se produjo la transferencia desde el Gobierno central a la Junta de Andalucía se encontraron con una sequía como bienvenida. Se ha salvado lo urgente, pero ahora hay que empezar a planificar y evitar la próxima sequía.

-¿Qué se debería haber hecho desde la última sequía?

-Se tendría que haber actuado de una forma mucho más drástica en la expansión urbanística y si se tiene claro que una alternativa para el abastecimiento de recursos hídricos es la desalación, porque parece que es la menos agresiva con el medio ambiente, se tendrían que haber construido más desaladoras. Pero la desalación no vale para resolver los picos de consumo y tiene que complementarse con el agua de los embalses. Sobre el río Grande, pienso que técnicamente existen iniciativas compatibles que no se cargan el río y que al menos habría que sentarse a estudiarlas porque las posturas antagónicas y extremas no conducen a ningún sitio.

-¿Y por qué no más embalses?

-No tengo claro que haga falta construir más embalses en la provincia, ni siquiera que haya que hacer el recrecimiento de la presa de La Concepción. La opción menos mala creo que es la desalación porque la intervención sobre el territorio es mínima. Efectivamente no vamos a encontrar nunca una alternativa que tenga un coste ambiental cero. Es verdad que las desaladoras consumen energía eléctrica que no tenemos, pero la sensación es que no se afecta a una serie de ecosistemas fluviales que ya están bastante deteriorados.

-En Cataluña se estudia llevar agua en barco y aplicar restricciones de agua a la población, ¿cree que aquí se llegará a ese extremo?

-Esperemos que no. Me parecen medidas excepcionales que se deben tomar cuando ya no haya otras posibilidades y en el fondo es una medida que indicaría una gran incompetencia por parte de las administraciones que en su día debieron haber planificado. Además de cara al turismo daríamos una imagen lamentable, pero lo mismo a la sociedad le serviría para darse cuenta de que el agua es más importante de lo que nos creemos.

-¿Qué habría que hacer en el futuro para que la sequía no nos pille por sorpresa?

-Lo primero es ordenar el territorio y establecer los límites de crecimiento, porque se tiene que poner control al desmadre urbanístico de la costa. El déficit de abastecimiento de agua se da porque hay más población de la que debiera y porque no se distribuye homogéneamente por el territorio. Por más que se intenten poner desaladoras si no hay ningún sistema de control al proceso de urbanización tan bestial que estamos padeciendo, siempre harán falta más infraestructuras. Estoy seguro que si se hace así, con lo que hay ahora mismo perfectamente podríamos tener agua para satisfacer toda la demanda.

-¿Piensa que el modelo actual de crecimiento está agotado?

-Lo que se está demostrando es que sí. El modelo actual que se sigue en el sur de España es muy peligroso porque es un modelo dependiente del turismo. Se están poniendo en marcha una serie de infraestructuras que ocupan un territorio y que consumen recursos, y eso no es sostenible.

-¿Qué pasará con el turismo si se mantiene esta situación?

-Pienso que estamos lejos de que se llegue a una hecatombe. Las instituciones tienen que estar convencidas ya de que esto no puede seguir a este ritmo. Pero no veo que peligre la economía de la zona si se ponen medidas de control. Crecer sí, aunque no a base de pelotazos que sólo originan un desequilibrio. Si te das un paseo por la costa sólo ves urbanizaciones y más urbanizaciones. Pero si se sellan las cuencas fluviales a base de urbanizaciones y de carreteras y no se permite el ciclo hidrológico normal de esos sistemas, lo que sucede es que cuando llueve se inundan las calles.

-¿Y sin embargo la gente sigue aparcando en el arroyo del Café?

-Cada uno verá, pero supongo que cuando haya algún tipo de riesgo no lo hagan porque ya se ha demostrado que un arroyito aparentemente inofensivo tiene capacidad suficiente para llevarse por delante varios coches.

-¿Tenemos que preocuparnos realmente por el cambio climático?

-Muy seriamente, aunque no alarmarnos. Se trata de un cambio lento y no podemos basarnos en horizontes de diez años para predecir las consecuencias. Tenemos tiempo para rectificar errores que ha producido la acción del hombre y de concienciarnos de que hay una serie de actos cotidianos que pueden contribuir a paliar sus efectos.

-¿Cuál cree que es la mejor propuesta para el río Gualdamedina?

-Que se convierta en un parque fluvial, al estilo de lo que se ha hecho en Valencia con el río Turia, en donde el agua siga circulando y se convierta en una zona de ocio y de expansión de la ciudad. El Guadalmedina no es la cicatriz, la brecha de Málaga ni esa cantidad de tonterías que se están diciendo. Tenemos que dejarlo que se comporte como un río, aunque cada cierto tiempo ocupará una parte de su espacio y supondrá un costo lo mismo que cuesta mantener la A-92. Estoy en contra de que se embovede porque el río es un espacio que cumple su función evitando que Málaga se inunde entera.

-Málaga está experimentando muchos cambios, pero ¿considera que está a la altura de una gran ciudad?

-No sé si Málaga es una gran ciudad, pero a mí me gusta. Sí me gustaría que funcionara de otra manera, que tuviese otro tipo de infraestructuras y que fuese mucho más amable de lo que es. Pero cuando hablo con mis colegas del norte y les cuento el tiempo que hace aquí, me siento un privilegiado.

-¿Qué considera que le falta?

-Málaga necesita calidad en los servicios y las infraestructuras, y llevar a cabo planes de adecuación de las zonas urbanas, sobre todo, del centro histórico para que no se vean edificios cayéndose. Además de tener una mayor oferta cultural y unas playas más limpias y mejor cuidadas.

-¿El AVE será un revulsivo para el desarrollo de la ciudad?

-Estoy seguro de que será, pero no debería habernos pillado desprevenidos. Lo del AVE me parece fundamental, sobre todo, porque ya he hecho mi primer viaje y eso de tardar dos horas y media en llegar a Madrid es algo espectacular. La primera vez que cogí el AVE y llegué a la estación María Zambrano pensé: esto es Málaga. Es mucho más cómodo para el ciudadano y sé que va a ser algo muy importante para el futuro de la ciudad.

-¿Cree que es bueno para la institución universitaria que sólo se haya presentado una candidatura a las elecciones al Rectorado?

-En la universidad está muy asumido que un rector debe estar dos mandatos. Eso ha sucedido así siempre y no me extraña lo más mínimo que haya pasado ahora. Cualquier rector necesita ocho años para gestionar los proyectos que ha puesto en marcha y en la universidad no se entiende eso como una desidia. Adelaida de la Calle ha conseguido hacer en cuatro años una serie de cambios bastante interesantes en una etapa muy complicada dentro de la universidad y la comunidad universitaria le ha reconocido ese trabajo.

-¿Cuáles deben ser los retos de la Universidad de cara al futuro?

-Hace diez años la Universidad estaba masificada y la prioridad entonces era conseguir una silla y un pupitre para los alumnos y luego buscar a alguien que diera las clases. Se trataba únicamente de cubrir el servicio, pero ahora estamos hablando de dar un servicio con calidad para ser referencia con proyectos y programas innovadores. La Universidad tiene que mejorar mucho más, porque eso es lo que nos va a hacer competitivos desde el punto de vista del conocimiento científico para que el que quiera investigar sobre algo tenga los medios para hacerlo.

-Como profesor universitario, ¿qué piensa de la denuncia de enchufismo que pesa sobre la UNED?

-No conozco el funcionamiento de la UNED, pero desde luego lo de enchufismo suena muy mal. Si se ha producido desde luego me parece lamentable, aunque habrá que demostrarlo.

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