Málaga

“En Medicina hay que perder el miedo, nunca el respeto”

  • Sólo el 10% de los mil enfermos hepáticos que hay en España recibe un trasplante

Juan Rodrigo es uno de los cuatro médicos que se encarga de atender a los enfermos antes y después de un trasplante de hígado. Él afirma que no hay gran diferencia entre los pacientes que tienen trasplantado un órgano de un donante de avanzada edad con los que han recibido el hígado de una persona joven: “El órgano de un donante añoso funciona perfectamente bien; no hay ningún problema distinto al de otro trasplantado. El paciente puede tener las mismas complicaciones que con un hígado de un joven de 20 años”.

El hígado es la donación más habitual entre los donantes de avanzada edad porque es el órgano que mejor resiste el paso del tiempo. El programa de trasplantes hepáticos comenzó en Málaga en 1997 y muy pronto empezó a echar mano de donantes que pasaban de los 50 años. Tras una década de experiencia, Rodrigo –jefe de la Unidad de Hepatología del Hospital Carlos Haya– está satisfecho de los resultados. “Es una tendencia internacional, estamos haciendo lo que se hace en todo el mundo. En Medicina hay que perder el miedo, nunca el respeto; pero hay que ser valientes”, argumenta. En Estados Unidos, por ejemplo, se ha trasplantado el hígado de un donante de 85 años. En Málaga el límite son, de momento, 83.

El facultativo explica que la posibilidad de incrementar la edad de los donantes ha sido un descubrimiento producto de la necesidad de conseguir más órganos para los pacientes. Y lo argumenta con cifras: en España hay unos 10.000 enfermos hepáticos y apenas se hacen unos 1.000 trasplantes al año. Eso supone que sólo el 10% de los pacientes tiene esta oportunidad. De ahí que se empezaran a buscar alternativas como la donación de personas de más edad o la de un trozo de hígado de un donante vivo. En Andalucía, esta última técnica se concentra en Córdoba y de momento no se hace en Málaga. Pero la alternativa de utilizar donantes añosos se utiliza desde 1999.

“Los pacientes hepáticos, cuando necesitan un trasplante, tienen una expectativa de vida corta y una calidad de vida mala”, aclara Rodrigo. A diferencia de los enfermos renales, a los que la diálisis les da más margen para esperar un riñón, los que necesitan un hígado pueden aguardar menos. La supervivencia en lista de espera depende de la gravedad de cada paciente. Por eso, existe lo que los profesionales llaman el código 0, que son aquellos enfermos que están en una lista prioritaria porque no pueden esperar: o se trasplantan de inmediato o mueren.

El problema es que, por lo general, estos pacientes están muy deteriorados. El hígado al enfermarse se encoge, se pone duro como una piedra y deja de cumplir su función, que es vital.

En Málaga ya se han hecho 482 trasplantes hepáticos desde que comenzó el programa. Al año se suele realizar una media de 45 intervenciones. Rodrigo cuenta que la primera operación hecha por el equipo el 14 de marzo de 1997 duró 8 horas. La última que se hizo el Hospital Carlos Haya tardó sólo cuatro. Según los especialistas, el tiempo de quirófano depende de las complicaciones que presente cada paciente.

Las enfermedades que pueden abocar a un trasplante hepático son, entre otras, la cirrosis, la hepatitis o el cáncer. En torno a un 40 % de los pacientes tienen que ser trasplantados debido a que sufren hepatitis C y un porcentaje similar necesita la intervención porque el alcohol ha destruido su hígado. El 20% restante son enfermos con un tumor o con una hepatitis fulminante provocada, por ejemplo, por una intoxicación.

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